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La base metafísica al escribir para nuestras publicaciones periódicas

Del número de septiembre de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Al igual que con todo lo que hacemos como Científicos Cristianos para cumplir un propósito, el escribir para nuestras publicaciones periódicas debiera descansar sobre una base metafísica.

Esta base metafísica tiene incontables y brillantes aspectos, y las consideramos individualmente. Pero cualquiera sea la forma en que abordemos la metafísica al escribir, la verdad pura de la presencia y omnipotencia de Dios ha de ser lo esencial.

Hay cierta diferencia entre nuestro enfoque al escribir sobre Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) para nuestras publicaciones periódicas, y en el escribir, digamos, para el campo comercial o personal.

Una de las necesidades más importantes es la claridad espiritual que evidencia al Espíritu divino expresándose a sí mismo. Un pasaje bíblico en el libro de Habacuc da la instrucción: “Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella”. Hab. 2:2; Esto podría considerarse como una llamada a expresar claridad espiritual, y ésta es una llamada que todavía permanece.

La pureza de nuestro punto de vista debiera ser tal, que nos permita ver que el Espíritu es el autor de todas las ideas espirituales. Necesitamos la convicción de que estas ideas coexisten con el Espíritu a través de toda la existencia. De igual manera, el escritor subordina el sentido de que él es un intermediario entre la Verdad, Dios, y el lector. El Espíritu mismo es la realidad en todo el universo. Sabiendo esto, el colaborador subyugará todo sentido de que está escribiendo un ensayo teológico o religioso para posibles mortales escépticos.

Todo discernimiento, toda percepción inspirada, toda ilustración atrayente y todo punto consolador que aparece en un artículo muestra la presencia y acción mismas del Amor divino. El Amor es el origen de todo lo que es bueno y que hace lo que es bueno. De ahí que lo que hace la colaboración espiritualmente basada es espiritualizar el pensamiento del lector en lugar de meramente reacondicionarlo. Tampoco lo deja satisfecho con meramente permanecer donde se encuentra en su adelanto hacia el Espíritu.

La espiritualización es el efecto de la verdad absoluta acerca de Dios y del hombre, impregnando la mente y los sentimientos del colaborador. Cuando esto sucede, el lector también alcanza una perspectiva menos material y mortal. Esta espiritualización es la ley de la Mente divina, que produce el bien eterno e influye tanto en el colaborador como en el lector.

Escribir con una genuina convicción de la verdad del ser entraña el estar consciente del papel único que desempeñan las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. El ideal de estas publicaciones es el de comunicar la verdad pura del ser en el lenguaje de nuestros días mediante los pensadores espirituales de nuestra época, y a los lectores del mundo actual. Cada colaborador es, esencialmente, un profeta o vidente espiritual. Está haciendo lo que los auténticos profetas siempre hacen: ver a través de la niebla del razonamiento humano y sentir la evidencia de la luminosa realidad de la totalidad de Dios. Está viendo cómo esta realidad eclipsa las pretensiones del mal.

En el grado en que los colaboradores escriben desde una base espiritual, desempeñan un papel importante para ayudar a que las publicaciones periódicas cumplan su propósito. Este propósito no es uno de carácter meramente religioso o institucional. Podría llamarse, en lenguaje bíblico, un papel angelical. La definición de “ángeles” en el Glosario de Mary Baker Eddy puede ser relacionada con los discernimientos y temas que se expresan en las publicaciones periódicas: “Pensamientos de Dios comunicándose al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, pureza e inmortalidad, contrarrestando todo mal, sensualidad y mortalidad”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 581;

A veces puede parecer que las exigencias espirituales para escribir para nuestra literatura periódica casi están fuera de nuestro alcance. A medida que saboreamos la metafísica de lo que estamos haciendo, el desafío nos amedrenta menos.

¡Cuán alentador es darse cuenta de la autoridad que llevan en sí las cualidades del Cristo que respaldan nuestra colaboración! La Sra. Eddy nos dice: “La Mente no depende necesariamente de procesos educativos. Posee de por sí toda belleza y poesía, y el poder de expresarlas”.ibid., pág. 89. Esta Mente divina es accesible a todos, y el colaborador demuestra esto tanto para sí mismo como para el lector. Todos somos las ideas inmortales de esta Mente. Y la Mente posee de por sí no sólo inteligencia, belleza y poesía sino el poder de manifestarlas. El talento y la convicción que necesitamos al escribir — y en nuestra redacción — no tienen una fuente personal sino que emanan de la Mente, la única Mente de nuestro ser verdadero, la única Mente y consciencia del hombre.

Al escribir para nuestras publicaciones periódicas no es conveniente considerarnos como vías de comunicación humanas que están aquí al servicio de la Divinidad, la cual está en alguna otra parte. Pero sí es conveniente afirmar la coincidencia de lo divino y lo humano, y aseverar que sólo la acción divina es lo que se está manifestando por doquier. Viendo esto, sabremos que escribir para estas singulares publicaciones periódicas no es cuestión simplemente de educación académica ni de un don especial humano para escribir. La esencia misma del trabajo es el sentido espiritual.

¿Cómo podemos comunicarnos con el buscador de la Verdad? Cuanto más conscientes estemos de la presencia de la Verdad divina al escribir, tanto más brillará la verdad de la Verdad a través de nuestras palabras. Nos regocijaremos en la humildad que ayuda al sentido mortal de las cosas a ceder el paso al sentido divino. Cuanto más genuinamente sintamos y vivamos el Amor, tanto más responderá el lector al Amor y tanto más alentado se sentirá a vivir el Amor. Cuanto más belleza del Alma admitamos en nuestro pensamiento y la demostremos en nuestra vida, tanto más belleza percibirá el lector en lo que escribimos.

¿Y qué decir de la técnica? La “técnica” que más necesitamos es la habilidad de admitir que Dios lo hace todo — de comprender que, por ser Dios Todo, Él es el único punto de partida de todo lo que es real. El hombre verdadero expresa la acción de la Mente divina.

Debiéramos reconocer que no somos escritores mortales al servicio de la teología al nivel de la mente humana. Nos estamos haciendo a un lado para dejar que se exprese la clara voz de la Verdad. No es tanto la aptitud humana sino un genuino y vivo sentido del ser lo que nos hace atentos servidores de Dios — y mejores escritores.

Quien al escribir adopta el enfoque metafísico, tiene un método único y un propósito único. Demuestra más y más que el Amor divino se expresa a sí mismo con una variedad de desarrollo infinito. Demuestra que todo lo que expresa la Mente está bosquejado con los matices del Alma.

El colaborar para las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana es un ejercicio de subordinación del enfoque meramente personal — es una oportunidad de convertir el agua de la opinión y talento personales en el vino de la auténtica inspiración. Es un ejercicio de dejar que nuestro razonamiento sea ordenado y embellecido por el Principio, el Alma. Es por esto que el deseo de colaborar es profundamente satisfaciente. Y es por esto que la publicación del artículo espiritualmente basado sana y eleva a nuestros lectores de una manera singular.

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