Si delante de usted hubiesen dos puertas, una rotulada “vida” y la otra “muerte”, ¿por cuál escogería usted entrar?
“¡Si sólo fuera tan sencillo!”, podríamos argumentar. Quizás lo sea, si uno comprende los verdaderos hechos acerca de la vida y la muerte.
Moisés reconoció la capacidad que cada persona tiene para escoger por sí misma. Dijo: “... os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”. Deut. 30:19. ¿Hubiera el gran legislador hebreo dado a sus seguidores la oportunidad de escoger si esto no hubiera sido posible?
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