Nuestra familia supo acerca de la Ciencia Cristiana a través de una amistad de mi esposa. Poco después, mi esposa me dejaba algún ejemplar del Christian Science Sentinel abierto en determinado artículo para que yo lo leyera. Supuse que estos artículos eran escogidos cuidadosamente para que fueran de mi agrado. Sin embargo, a medida que me interesaba en las sencillas verdades afirmadas en estas publicaciones periódicas acerca de Dios y de la relación del hombre con Él, me di cuenta de que todas las contradicciones por las cuales no había podido aceptar otras religiones, no las encontré en esta Ciencia.
La verdadera idea del hombre como está expresada en “la declaración científica del ser” en el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, me ayudó a verme a mí mismo y a los demás como ideas de Dios y, por tanto, merecedores de Su amor. Una declaración especialmente significativa dice: “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual” (pág. 468).
El conocimiento de esto fue de gran valor en mi trabajo como supervisor de mantenimiento en una gran planta metalúrgica. Me capacitó para manejar los muchos problemas del personal que parecen inherentes a esa posición. Comprendí que al reconocer en el hombre la naturaleza semejante al Cristo, podía poner disciplina sin enojarme, reprender sin miedo cuando era necesario, y contribuir a aliviar las tensiones del personal.
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