Antes de conocer la Ciencia Cristiana, sufrí durante muchos años de una condición biliosa que se me presentaba ocasionalmente, y sufría también de problemas circulatorios y funcionales. Tomé gran cantidad de medicamentos, pero nada me ayudó.
Después, cuando conocí la Ciencia Cristiana, me absorbí tanto en las verdades que estaba aprendiendo y me sentía tan feliz de haber encontrado una religión práctica, que me olvidé completamente de mis dolencias y de las medicinas recetadas para ellas. Sólo después de algún tiempo me dí cuenta de que había sanado completamente. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy nos dice (pág. 261): “Tornad vuestra mirada del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio de toda felicidad, armonía e inmortalidad”. Esta nueva percepción de la realidad me trajo curación. Desde entonces la Ciencia ha sido una fuerte ayuda para mí en cada situación.
Un día sentí un gran dolor en las piernas, brazos y articulaciones. Finalmente todos mis miembros quedaron inmóviles. A pesar de los esfuerzos por resolver este problema a través de la Ciencia, la condición perduró por bastante tiempo. Finalmente, una practicista de la Ciencia Cristiana amorosamente me dijo que era necesario que yo expresara más gratitud y alegría. Juntas afirmamos que una expresión activa de estas cualidades traería la inspiración espiritual que elimina todo estancamiento.
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