Patricia se sentó en su dormitorio a escuchar algunos discos de dos de sus grupos predilectos, Abba y los Comodoros. Pero ese día sus pensamientos se apartaban continuamente de la música. Estaba indignada.
“¡No es justo!” protestaba interiormente. “¿Por qué los muchachos tienen que tratar de aprovecharse de mí? Yo no los incito a eso”.
Ella y su mamá a menudo comentaban sobre la popularidad cada vez más en aumento de la libertad sexual entre los adolescentes. Ese comportamiento estaba en directa oposición con lo que Patricia sabía acerca de Dios y de Su creación. Ella estudiaba la Biblia regularmente y en ella se describe la genuina naturaleza del amor; dice así: “El amor... no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor”. 1 Cor. 13:4, 5.
Patricia sabía que saldría nuevamente con muchachos. Y sabía que necesitaba sanar los sentimientos que la hacían sentirse usada y moralmente atropellada.
Ella razonó: “Ellos son mis amigos, pero nuestra amistad necesita basarse en algo más elevado que el sexo. Una relación basada en la sensualidad dura muy poco, porque es meramente una atracción superficial. Lo más importante para mí en una relación amistosa es el respeto mutuo y un amor perdurable. Es por eso que quiero que la base de una relación amistosa con un muchacho incluya pureza. La pureza es una cualidad de Dios, el Espíritu, por lo tanto, es perdurable, eterna. No hay razón para que no podamos transmitirnos pureza el uno al otro”.
Durante los meses que siguieron, Patricia trató firmemente de sanar por medio de la Ciencia Cristiana la amargura que le producía esta situación. A veces la vieja herida y el enojo asomaban a la superficie. Otras veces, las cosas iban mejor. Su mamá quiso ayudarla en este problema. Le resultaron de gran utilidad estas palabras de la Sra. Eddy que aparecen en el capítulo titulado “El Matrimonio” en Ciencia y Salud: “Una ambición desinteresada, nobles motivos de vida y la pureza, — estos elementos del pensamiento, al mezclarse, constituyen individual y colectivamente la verdadera felicidad, fuerza y permanencia”.Ciencia y Salud, pág. 58.
Y pensó de qué manera podía serle esto útil a Patricia. Razonó de la siguiente manera: “Dios, el Espíritu, y Su ley de la creación perfecta incluye la pureza y es impartida constantemente a todos. Esta ley incluye a cada individuo que yo conozco y por el que me intereso. No hay un solo instante en que la ley de la perfección, en toda su pureza, no esté gobernando cada una de las ideas de Dios. Y este hecho se aplica en todo momento y para todos. Una fiesta o una cita, no son excepciones”.
Patricia decidió que debía ver más claramente y más a menudo que esto era lo verdadero acerca de ella y de los demás. Después de todo es natural tener interés por otra persona. Y tener interés por alguien en especial con entera pureza sólo podría traer como consecuencia una amistad más profunda, pues esto bendice a ambas partes. Además libera de las presiones sociales que dicen que el sexo debe ser parte de la amistad entre dos adolescentes. ¿Para qué tener disgustos y penas a fin de aprender que la sensualidad nunca puede reemplazar el amor que uno siente por el otro? El amor verdadero, el reflejo del Amor divino, Dios, no sólo es puro, sino también profundo y gratificador.
Patricia se sintió mejor. Estaba segura de que su actitud de mantenerse firme en la pureza sólo podía bendecir a aquellos que la acompañaban. También sabía que adoptando esta posición no ida a verse privada de un solo ápice del bien, porque el bien viene de Dios.
Recordó que muy pronto iría a una fiesta y a un paseo a la playa, y que en ambas ocasiones estaría en compañía de los jóvenes que habían tratado de aprovecharse de ella. Pero esta vez, a medida que se iba preparando para ambas ocasiones, tomaría el tiempo necesario para orar. Se dijo para sus adentros: “Mi pensamiento también tiene que prepararse”. Ella sabía que podía ver a cada uno de los participantes de la fiesta y del paseo a la playa como el hijo puro de Dios. Ninguno podía ser dejado fuera de los pensamientos puros que Dios está impartiendo constantemente a través del Cristo, Su mensaje a la humanidad. Todos podían responder a la idea de pureza pues era la verdad. En realidad, jamás nadie puede ser utilizado como un lugar para alojar deseos falsos, lujuria o insinuaciones sensuales. Dios no puede enviar esa clase de pensamientos, por lo tanto, nadie en su verdadero ser puede expresarlos.
La fiesta resultó un éxito edificante. Y el paseo a la playa le trajo nuevos amigos. Asimismo, ese otoño en el colegio, las amistades de Patricia mejoraron. A partir de ese momento, los pretendientes de Patricia le demostraron el mismo respeto que ella sentía por ellos. Y aprendió mejor la manera de mantener pureza en su actitud, de modo que los que buscaran su amistad no fuesen atraídos por la sensualidad, sino porque disfrutaban de su sentido del humor, de su calidez y de su honestidad. La vida de Patricia se colmó de pureza porque la oración le había permitido comprender la pureza, verla en los demás, y expresarla ella misma más profundamente.