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Las tareas y exámenes escolares son excelentes oportunidades para...

Del número de diciembre de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las tareas y exámenes escolares son excelentes oportunidades para glorificar a Dios, la única Mente, y demostrar así el dominio que Dios le ha dado al hombre.

Hace algún tiempo, me apareció en la cara una inflamación llamada herpes. El término escolar estaba por finalizar, y mis profesores le recomendaron a mi madre que tal vez sería mejor que esperara para presentar los exámenes. Temían que ésto aumentara la tensión, lo cual complicaría mis problemas.

Mi madre les aseguró que no había razón para preocuparse y que a mí me decepcionaría no poder examinarme con el resto de la clase. Entonces me comuniqué con una practicista de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). Hablamos sobre Dios, y me ayudó a ver que la materia no es real, porque no refleja a Dios. La materia puede ser destruida; pero Dios no puede nunca ser destruido. Él es eterno. Y porque Dios es eterno, el hombre también lo es. Leí pasajes de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy relativos a la armonía del hombre. La respuesta que la Sra. Eddy da a la pregunta “¿Qué es el hombre?” fue de particular ayuda en ese momento (ver Ciencia y Salud, págs. 475–477). Rápidamente el severo dolor desapareció.

Volví al colegio, y la practicista continuó orando por mí. El pensar en los exámenes me ponía nerviosa. Pero aprendí que no tenía que estar consciente de mí misma o temerosa. Un pasaje de la Biblia que encontré muy útil dice (Jeremías 1:6–8): “Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová”. Esto parecía especialmente pertinente, dado que uno de los exámenes era uno oral de inglés en el que se requería que cada estudiante hablara y leyera ante un grupo de examinadores y contestara preguntas sobre el tema elegido.

Mi profesora me ayudó a preparar algunas notas a las cuales yo me podía referir durante el examen. También me preparé reflexionando sobre estas inspiradas palabras de Cristo Jesús (Marcos 13:11): “Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo”. Y la Sra. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 506): “El Espíritu, Dios, reune los pensamientos aun informes en sus cauces adecuados, y los desarrolla, al igual que abre los pétalos de un propósito sagrado, con el fin de que ese propósito pueda manifestarse”.

Por fin llegó el momento de entrar en el aula de examen. Reuniendo mis libros y ayudas visuales, entré calmadamente. ¡Fue entonces cuando descubrí que me había olvidado de traer las mismas notas que habían parecido ser tan esenciales! Saqué la duda y el temor inmediatamente fuera del pensamiento y afirmé que la Mente, Dios, está siempre presente, proveyendo toda la inteligencia y conocimiento que yo necesitaba.

Era necesario que un voluntario comenzara a leer. Así que me adelanté, sabiendo que la Mente me estaba diciendo qué hacer. A medida que hablaba, las palabras brotaban de mis labios, y mis rodillas dejaron de temblar. Durante un corto descanso mis compañeros comentaron sobre mi serenidad.

Supe del resultado de mis exámenes pocos días más tarde. Mi profesora estaba muy contenta, y yo también, ya que había conseguido una muy buena nota. Aquella condición en la cara sanó como en una semana.

La Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana ha servido para inspirar y guiar mi vida en aspectos muy prácticos, como así también el ser miembro de La Iglesia Madre y la bendición de la instrucción en clase en esta Ciencia. Sé ahora que apoyándonos en las verdades que se enseñan en la Ciencia Cristiana, un examen no precisa ser un momento de terrible crisis, sino una oportunidad de probar la unidad del hombre con Dios.


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