Un día en la escuela, cuando iba caminando por el patio, vi a Tina sentada debajo de un árbol. Nadie la quería y parecía muy triste. Por eso me acerqué a ella y le dije: “Tina, ¿tienes alguien con quien jugar?” Me dijo que no. Pensé un ratito. Había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que “el Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”;Ciencia y Salud, pág. 494. así lo dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud. Sabía que yo era hija de Dios — la expresión del Amor — por eso le dije a Tina: “Voy a ser tu amiga”. Tina me miró y dijo: “¿Lo dices de veras?” Le contesté que sí, que lo decía de veras. Entonces Tina y yo fuimos juntas a la barra fija. En la barra fija Tina me dijo: “Corinne, eres mi mejor amiga”. Desde ese momento Tina y yo fuimos muy buenas amigas.
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