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La Verdad no puede ser restringida

Del número de abril de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Yo estaba en el húmedo, estrecho
Cuarto subterráneo, en Filipos, que se dice, es el lugar
Donde a Pablo arrojaron después de mucho hacerlo azotar.
Un pequeño icono con tizne de dedos y el gastado peldaño
Quebraban el insulso anticipo: cuatro dispares paredes de barro a
punto de derrumbe.

Y parada en el húmedo, estrecho
Subterráneo, en Filipos,
Imaginándome a Pablo allí, plantados con fuerza en el cepo, sus pies,
Oré anhelante: Dios, haz que el canto de mi alma
Logre a muchos, a medianoche y a toda hora, sus cadenas romper.

Dejando ya el húmedo, estrecho
Subterráneo de Filipos,
En el sol radiante de Pablo me ubiqué,
Expectante a la eternal promesa del Amor: su semejanza, jamás encadenada;
Sabiendo que el gozo del Espíritu puede expresar su canción a través de mí.

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