La festividad de la Pascua conmemora un acontecimiento importante en la historia de la liberación de la humanidad de la esclavizante mortalidad: la resurrección de Cristo Jesús de la tumba. Así como los rayos del sol anuncian el nacimiento de un nuevo día, la Pascua, entendida espiritualmente, es un rayo de luz que presagia la plenitud de la vida espiritual.
Durante su ministerio, Jesús había rescatado a otros de lo que parecía ser el hecho consumado y definitivo de la mortalidad, y finalmente se salvó a sí mismo. El Maestro dio la prueba incomparable de la continuidad de la Vida divina. Reveló que la existencia del hombre es ilimitada e inmortal, pues el hombre refleja todo lo que Dios, la Vida, tiene, y participa de ello. La resurrección de Jesús fue una victoria completa sobre “el rey de los espantos”: la muerte.
El Cristo que Jesús expresó en forma tan perfecta y completa le permitió realizar esa extraordinaria demostración de Vida. El Mesías, o Cristo, había sido vislumbrado ya desde antaño por los profetas de la Biblia. Después, esa idea se manifestó en el corazón virginal de María, porque sólo una consciencia pura e incontaminada podía percibir el ideal de la Vida infinita. Ese ideal se manifestó humanamente como el hombre Jesús, pero la idea-Cristo continúa siendo reconocida por todos los que están dispuestos a aceptar la manera espiritual de vivir de Jesús.
El Maestro dice: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Juan 5:24. En la medida en que comprendemos que la Vida no se interrumpe mas es eterna, progresivamente nos elevamos del concepto mortal hacia el inmortal. Antes que comprendiéramos la idea verdadera de Vida, estábamos sumidos en límites materiales, viviendo llenos de temores, frente a la aparente perspectiva de una aniquilación final en un futuro más o menos cercano. Sufríamos porque creíamos en la muerte, y vivíamos como muertos porque estábamos atrapados dentro de los límites pequeños y estrechos de la tumba de los conceptos físicos. ¡Pero Cristo Jesús resucitó de los muertos! El temor a la tumba ha sido horadado. Así como el mensajero de Dios le dijo a las mujeres espiritualmente alertas ante la tumba vacía: “No está aquí, pues ha resucitado”, Mateo 28:6. el sentido espiritual dice a la consciencia receptiva: La Vida no está en el cuerpo o en la carne. La consciencia ha sido elevada a una nueva comprensión. El entendimiento ya no está limitado a la materia ni enterrado en ella.
Debemos comenzar a percibir al Cristo resucitado y glorioso. La Sra. Eddy dice: “Tenemos que despojarnos de la consciencia material, y entonces podremos percibir la Verdad, y decir con María: ‘¡Raboni!’ —¡Maestro!”Escritos Misceláneos, pág. 179.
La existencia puede ser una renovada y continua Pascua de Resurrección si alcanzamos la percepción a la manera del Cristo de que no somos seres mortales con un cuerpo carnal, tratando de alargar la vida en la materia. El hombre no es un ente físico que vive en los límites impuestos por la materialidad; tampoco es un ser inmortal encerrado dentro de un cuerpo material. El hombre verdadero, creado por la Mente, es perpetuamente espiritual. Esto no quiere decir que viviremos indefinidamente como humanos, sino que finalmente demostraremos que el hombre ahora vive y continuará viviendo espiritualmente.
La creencia en la muerte es un sueño que engaña si nos dejamos engañar. La muerte no es real, esto es, nunca dejamos de existir. Para demostrar esto, debemos estar alerta a las sugestiones mortales, estar más conscientes de la Vida que es Dios y de nuestra eterna identidad. De esta manera continuamente triunfaremos sobre lo que se cree produce la muerte: el temor, el pecado y la enfermedad.
No debemos aceptar jamás el sueño de la mortalidad, ya sea en nosotros o en los demás. La verdad es que la materia nunca nos dio nada y nunca puede quitarnos nada. La vida verdadera no nace en la materia ni termina en la materia. Nuestra vida verdadera es la consciencia espiritual, la vida de la Vida. La Sra. Eddy escribe: “El elevarse por encima de la evidencia falsa a la evidencia verdadera de la Vida, es la resurrección que se adueña de la Verdad eterna”.La Unidad del Bien, págs. 60–61.
La resurrección de Cristo Jesús probó que la muerte puede ser vencida. Vivamos en la continua Pascua de la Vida y ascendamos hacia la espiritualización final del pensamiento.
