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He gozado de un gran desarrollo en mi comprensión espiritual al sanar...

Del número de abril de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


He gozado de un gran desarrollo en mi comprensión espiritual al sanar de una fractura en la cadera que tuve a causa de un accidente automovilístico. Los bomberos que me sacaron del auto no manifestaron ningún temor por mi estado, ni insistieron en que recibiera atención médica. Sin embargo, debido a los reglamentos de la compañía de seguros, fue necesario que me sacaran radiografías. El radiólogo me dijo que no podría caminar por unos seis o nueve meses y que me hiciera a la idea de quedar con una cojera permanente. Rehusé aceptar este veredicto como una realidad. Había estado reclamado mi perfección espiritual como idea de Dios e insistiendo en mi derecho divino de manifestar la perfección. Esta convicción acerca de mi ser verdadero e intachable nunca flaqueó durante el proceso de la curación.

Estoy agradecida por la ayuda que una buena amiga, sincera estudiante de la Ciencia Cristiana, me brindó al venir desde lejos para cuidarme. Su buena comprensión acerca del cuidado de Dios fue mi compañía constante y me ayudó a vencer cada prueba con verdad y amor. Mi esposo también me prestó una ayuda firme e infatigable.

Cuando una es dueña de un negocio no es posible desatenderlo. La transición de traer el trabajo a la casa se hizo sin esfuerzos. La Sra. Eddy escribe (Ciencia y Salud, pág. 128): “La palabra Ciencia, propiamente entendida, se refiere únicamente a las leyes de Dios y a Su gobierno del universo, incluso el hombre”. Esto nos dio valor para ver que el abastecimiento de ideas de Dios es tanto infinito como continuo.

Como todavía no podía sentarme derecha o pararme, comprendí que tenía que ahondar más en la verdad del ser. Medité sobre otra afirmación de la Sra. Eddy (ibid., pág. 6): “Dios no está separado de la sabiduría que confiere. Tenemos que aprovechar los talentos que Él nos da”. Esto me impelió a luchar contra la sugestión de que podía estar separada de la sabiduría. Percibí que cada uno de nosotros tiene el talento otorgado por Dios para razonar y progresar por medio de la comprensión espiritual. Ejercité este talento como mi aporte a la curación. Como el reflejo espiritual de la Mente divina, el hombre nunca puede estar “separado de la sabiduría que [Dios] confiere”.

Nunca olvidaré la expresión en la cara del radiólogo cuando, en menos de treinta días después del accidente, manejé mi automóvil hasta su estacionamiento y con gran alegría corrí escaleras abajo hasta su oficina sin usar ni muletas ni bastón. Recuerdo que dijo: “¡Sólo en la Ciencia Cristiana se puede hacer esto!” Entonces me sacó la radiografía final, la cual mostró que la fractura había sanado.

Sin embargo, después de no tener que visitar ya más al radiólogo, me pareció que me dolía mucho la cadera. Un practicista de la Ciencia Cristiana oró por mí, y en dos días la curación fue completa. Continúo caminando libremente sin ningún rastro de cojera.

La gratitud puede servir como un impulso fortalecedor para continuar en nuestro progreso espiritual. Estoy humildemente agradecida por el avance espiritual que esta curación me ha traído.


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