“No entraré” fue la respuesta firme que Nehemías dio a la sugerencia que le hicieron sus enemigos para que se resguardase en el templo a fin de salvarse de un ataque contra su vida. Ver Nehemías 6:10–12.
En un último intento por impedir la reconstrucción de los muros de Jerusalén, Semaías, uno de los sacerdotes que aparentemente cooperaba con Tobías y Sanbalat, enemigos de Nehemías, lo intimidó diciéndole que había una conspiración contra la vida de quien estaba construyendo el muro. Le sugirió a Nehemías que entrase con él en el templo para que estuviera a salvo. Aparentemente, esta propuesta era razonable, pues un israelita podía buscar asilo en el templo. Pero a un seglar como Nehemías, le estaba prohibido entrar en el santuario interior, el único lugar totalmente seguro.
Nehemías percibió que la falsedad de Semaías era sólo un nuevo intento para impedir su trabajo en el muro. La pureza de su anhelo de ser obediente a Dios también le ayudó a discernir que el refugio ofrecido por Semaías no era del todo seguro. Esto lo salvó de ser engañado nuevamente y de la posibilidad de ser acusado de cobardía y sacrilegio.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!