La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) es maravillosa, y yo estoy agradecida por haber sido estudiante de esta enseñanza durante toda mi vida. Cuando estaba en la escuela secundaria, sufrí lo que parecía ser una severa hemorragia pulmonar. Unos cinco minutos después de haber llamado a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí, cesó la hemorragia. No hubo efectos posteriores, ni volvió a presentarse ese problema. He tenido otras curaciones tales como un tobillo fracturado, la tendencia a sufrir catarros periódicamente, una molestia de la piel que había durado varios años, forúnculos que siempre reaparecían, lo que parecía ser pulmonía bronquial, los efectos de un accidente automovilístico y dolores de cabeza. También por medio de la Ciencia hemos encontrado soluciones a muchos problemas de negocios las cuales han beneficiado a todas las partes interesadas.
Hace unos veinte años me hicieron un trabajo dental. Tres días después de haber ido al dentista no podía abrir la boca, hablaba con dificultad y comía sólo algunos alimentos suaves. La mandíbula inferior estaba fuera de lugar y fuertemente trabada. Durante varios días oré sincera e intensamente para vencer esta dificultad, pero aparentemente no mejoraba. Mi temor llegó a tal grado que me pareció aconsejable llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento. El practicista oró durante unos días; no había ningún cambio aparente en la situación, pero ya no sentía tanto temor. Entonces como yo deseaba seguir sola el trabajo de oración, le dije al practicista que iba a prescindir de sus servicios.
Aunque la situación siguió igual durante varias semanas, nos fuimos de vacaciones pues ya habíamos hecho planes para ello. Mi esposo se dedicó a pescar. Yo pasaba casi el noventa por ciento de mi tiempo estudiando en un esfuerzo por aprender más acerca de mi Hacedor y mi relación con Él. Además de la Biblia, llevé Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y varios libros acerca de nuestra Guía, incluyendo la obra de Irving C. Tomlinson Twelve Years with Mary Baker Eddy.
En los primeros días de la segunda semana de nuestras vacaciones, profundamente inspirada por el intenso estudio que había emprendido, comencé a leer el libro de Tomlinson. Una tarde llegué al capítulo cuarto en la parte donde se relata la curación que llevó a cabo la Sra. Eddy con un niño cuyos huesos de la rodilla parecían estar solidificados (ver págs. 55–56). Los médicos habían dicho que nunca volvería a caminar. Después, madre e hijo visitaron a la Sra. Eddy para darle las gracias por la curación. Cuando la Sra. Eddy notó que el niño inclinaba el pie hacia adentro al caminar, “le dijo que caminara de manera correcta, igual que los otros niños”. Lo hizo en seguida, sanando instantáneamente, y después de esto siempre caminó con naturalidad.
Este relato me impresionó profundamente, y medité sobre ello durante unos minutos. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice (pág. 393): “Tomad posesión del cuerpo, y regid sus sensaciones y funciones. Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de esto, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre”. Y en otra parte ella indica (ibid., pág. 14): “Aparte enteramente de la creencia y del sueño de la existencia material, es la Vida divina, revelando el entendimiento espiritual y consciencia del dominio que el hombre tiene sobre toda la tierra. Este entendimiento echa fuera el error y sana a los enfermos, y con él podéis hablar ‘como quien tiene autoridad’ ”.
Además de mi sincera gratitud por la curación del niño, me di cuenta de que la ley de Dios había capacitado a la Sra. Eddy para hacer este trabajo de curación. Y yo sabía que esa misma ley estaba operando ahora. Ciertamente Cristo Jesús, el gran Modelo, hablada con autoridad en su obra de curación. Y su fiel discípula, la Sra. Eddy, también lo hizo. Así que yo también podía hablar “como quien tiene autoridad”. Alentada por este discernimiento vital, levanté la vista del libro y me dije a mí misma en voz alta: “Ahora tú abre la boca de la manera correcta, igual que lo hacen todos los demás”. Inmediatamente se me destrabó la quijada, y me sentí liberada. La mandíbula ya no estaba trabada, ni fuera de lugar y después de dos días podía mover libremente la boca. Nunca más tuve esta dificultad.
Hace varios años tuve una curación rápida después de meditar sobre las inspiradas palabras de uno de los poemas de la Sra. Eddy, cuya letra se encuentra en un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana. Una mañana en que nos íbamos de viaje, no pude levantarme de la cama. Oré durante un rato y aunque sentí mejoría, todavía no podía levantarme, mucho menos hacer todo lo que tenía que hacer antes de que saliéramos. Entonces le dije a mi esposo que tal vez tendríamos que salir un poco más tarde. Él se sentó al lado de mi cama y empezó a repetir con ternura las palabras del “Himno de Comunión” (No. 298), cuya letra es de la Sra. Eddy. Escuché con mucha atención. El último verso comienza así: “Libertador de los afligidos, Vida divina del ser”. No sé si las dijo de esa manera, poniendo con toda intención énfasis en algunas palabras, pero es así como yo escuché el último verso: “Libertador de los afligidos. Vida divina del ser. Para mí ese cambio de énfasis le dio enteramente una nueva luz a esas palabras.
Vida divina del ser. Me quedé tan absorta al reflexionar en esto, que me olvidé de mí misma. En menos de lo que lo cuento, me sentí bien y activa otra vez. Nos fuimos de viaje y me sentía reanimada y feliz. No tuve ninguna molestia. Es indudable que la iluminación que podemos derivar de nuestros himnos ¡sana!
Estoy sinceramente agradecida a Dios por la Ciencia Cristiana, por el apoyo firme de mi esposo y por la felicidad de servir en las actividades de las iglesias filiales.
Elgin, Illinois, E.U.A.
    