En años recientes, la creciente propensión en algunos países a desenmascarar debilidades o hipocresías en sus gobiernos ha provocado un auge general de investigaciones. Es ciertamente importante que se traten abiertamente los asuntos que afectan los intereses del público. La maldad debe ser desenmascarada. Como escribe Mary Baker Eddy: “Ciertos elementos de la naturaleza humana tratarían de minar los derechos civiles, sociales y religiosos y las leyes de las naciones y de los pueblos, asestando golpes a la libertad, a los derechos humanos, y al gobierno propio; y ¡haciéndolo nada menos que en el nombre de Dios, la justicia y la humanidad!” Message to The Mother Church for 1900, pág. 10.
Los métodos empleados para descubrir estos engaños, sin embargo, provocan a veces esta pregunta: ¿Puede fortalecerse la integridad del gobierno usando otras tácticas que no sean las de perjudicar reputaciones?
Claro que sí. Las naciones se componen de individuos. Lo que está sucediendo en el corazón de la humanidad aflora en los gobiernos del mundo. Por lo tanto, de esto se desprende que cuanto más integridad nosotros mismos alcancemos y mantengamos, tanto más integridad duradera será expresada en los gobiernos.
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