Desde muy joven estaba constantemente buscando una religión adecuada para mí. Esto me dio una oportunidad para familiarizarme con las buenas intenciones de muchas religiones. Sin embargo, me di cuenta de que todas ellas tenían algo en común; no me ofrecían soluciones satisfactorias para los problemas de la vida.
Cuando muy joven sufrí de hepatitis, diagnosticada por el médico de la familia después de haberme examinado cuidadosamente. Él pronosticó que esta enfermedad me atacaría de vez en cuando por el resto de mis días. Obedeciendo las órdenes del doctor me sometí a una dieta estricta. Esto continuó por décadas e hizo mi vida casi insoportable.
El punto decisivo llegó cuando decidí solicitar un empleo como intérprete y corresponsal en el extranjero. Mis conocimientos del inglés habían mejorado notablemente durante mi larga estadía en los Estados Unidos, y estaba puliendo mis conocimientos de francés.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!