El sentido personal, o sea, el testimonio de los cinco sentidos materiales, determina incorrectamente que tanto el mal como el bien son posesiones personales del individuo.
La Ciencia Cristiana determina correctamente que el bien es la expresión misma de Dios, quien es el bien. El mal, por el contrario, es ilusión, que jamás forma parte de Dios o de Su creación y, por lo tanto, es incapaz de interferir con Dios o Su hombre.
Para obtener una curación rápida, el comprender estos hechos espirituales es esencial. La Sra. Eddy vio el peligro de clasificar el bien o el mal como personal y escribió: “Encarezco sinceramente a todo Científico Cristiano que deje de observar o estudiar el concepto personal de cualquier individuo, y que no fije su atención ni en su propia corporeidad ni en la de los demás, juzgándola buena o mala”.Escritos Misceláneos, págs. 308–309.
Cristo Jesús identificó el mal como una falsedad. Lo caracterizó sucintamente como “mentiroso, y padre de mentira”. Juan 8:44. El Maestro reconoció que el mal es irreal, que no es parte de Dios, y, por lo tanto, no es parte de la verdadera identidad de ninguno. La expresión de Dios, el hombre, no puede ver, conocer o poseer mal.
Ni la moralidad ni el pecado son posesiones personales. El pecado es una mentira que puede ser científicamente destruida mediante la compresión y la demostración del hecho de la bondad de Dios. Debido a la irrealidad del pecado, éste no puede pretender nada del hombre. La moralidad denota nuestra actual compresión de que el hombre expresa cualidades propias del Cristo.
La persona que piensa, “mi ira es abrumadora”, o, “mi sensualidad siempre me acarrea disgustos”, ha aceptado que el mal es personal. A veces es una ayuda buscar la definición de tales palabras como ira, sensualidad o temperamento, para obtener una idea más clara de sus falsas imposiciones.
El pecado se cura mediante el reconocimiento y la comprensión del Amor y del Cristo, la Verdad. La pureza es expresada eternamente por el hombre. Dios es Amor, y cuando reconocemos nuestra verdadera identidad en Dios, podemos expresar amor a la manera del Cristo.
Al orar para quitar el pecado, se puede trabajar con las Concordancias de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy. La mentira llamada pecado es siempre una negación de alguna cualidad cristiana. Se puede identificar esa cualidad propia del Cristo y aprender más acerca de ella en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy. Por ejemplo, podría encontrarse que lo opuesto a la sensualidad es la espiritualidad o la pureza. El trabajo de investigar el significado de estas palabras usando las Concordancias nos ayudará a comprender más claramente y valorar las cualidades propias del Cristo. Ninguna suposición pecaminosa puede hacer a un lado lo que ya es parte natural de la naturaleza del hombre. Toda cualidad verdadera pertenece a la naturaleza del hombre como reflejo de Dios.
Ni la salud ni la enfermedad son una posesión personal. La salud es la armonía natural del ser, la cual es reflejada por el hombre. De igual modo la enfermedad es una mentira impersonal, que es destruida cuando nos damos cuenta científicamente de la verdad del ser.
El sentido material sugiere que poseemos un cuerpo físico personal con varios componentes que pueden estar enfermos o sanos. Las cualidades espirituales constituyen la verdadera identidad del hombre. El propósito de estas cualidades es solamente el de bendecir. Su acción la perpetúa la Mente divina, de modo que esta acción nunca puede ser inhibida. La salud del hombre, por lo tanto, es permanente. No hay una realidad, entidad, o fuerza llamada enfermedad que pueda atacar al hombre, formar parte de su ser, y restringir o inhibir su existencia. Esta verdad, al ser percibida, quita la creencia en la enfermedad.
Cuando uno cree que alguna parte del cuerpo está enferma, se puede atesorar la verdad de que Dios es perfecto y que el hombre refleja esta verdad. Las cualidades propias del Cristo que constituyen nuestra verdadera identidad no son posesiones personales; son expresiones inmortales, indestructibles, de Dios. Mantenemos o recobramos la salud en la proporción en que nos damos cuenta de la verdad del ser, la totalidad de Dios.
Al usar las Concordancias para aprender más sobre las palabras salud, cuerpo o vida vemos el poder y la eternalidad de estas cualidades como reflejos de Dios, la Vida divina. La oración verdadera disuelve las suposiciones de que la enfermedad y el dolor son posesiones personales y mantiene la realidad de la salud, no como perteneciente a un mortal, sino como la espiritualidad expresada por el hombre.
La curación ocurre porque la Verdad es verdadera. Algunas veces el sentido personal sugiere: “Oh, yo no comprendo lo suficiente”, o, “Si yo fuera un estudiante mejor de la Ciencia Cristiana o tuviera más tiempo para estudiar podría ser liberado”, o, “Debo estar haciendo algo incorrectamente o ya estaría bien”.
Aquí el sentido personal trata de imponer la noción de que solamente cuando se hace un tremendo esfuerzo o se tiene voluntad se puede gobernar el pensamiento, vencer el temor, o destruir el mal. Al presentar una excusa o justificación para posponer la curación para más tarde, este sentido se muestra como condenación propia o crítica de sí mismo. Además, el sentido personal nos tienta a concentrar la atención en una condición material inarmónica en vez de concentrarla en el Cristo, la Verdad.
Mas la curación no depende del mero esfuerzo humano. La historia de David y Goliat nos lo hace recordar. David se percató de que su victoria no podría obtenerse por medio del uso de la fuerza material. La confianza activa en el poder de Dios dio a David la victoria sobre el mal. Ver 1 Sam. 17.
A pesar de que nuestra consagración así como el estudio y oración fieles son imprescindibles, necesitamos recordar que la curación es el resultado de someternos a la Verdad, no de poseerla o del ejercicio del intelecto personal. No debe permitirse que la necesidad de crecer espiritualmente se convierta en una excusa o justificación para retrasar la curación. La Mente divina expresa todo el bien mediante sus ideas, ahora. La Sra. Eddy escribe: “A fin de que la razón humana no anuble la comprensión espiritual, no digas en tu corazón: La enfermedad es posible porque nuestro pensamiento y conducta no proporcionan suficiente defensa contra ella”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 161.
¿Qué es lo que en realidad efectúa la curación? No es el intelecto o la capacidad personal, sino el Cristo, la Verdad. La Sra. Eddy escribe sobre la base correcta de la curación: “El entendimiento a la manera de Cristo de lo que es el ser científico y la curación divina incluye un Principio perfecto y una idea perfecta, — Dios perfecto y hombre perfecto,— como base del pensamiento y de la demostración”.Ciencia y Salud, pág. 259.
El Cristo, la Verdad, sana, a medida que nos sometemos al poder del Cristo. La curación llega en la proporción en que rechazamos la mentira de que el hombre está compuesto de bien material y mal personal y nos damos cuenta de que cada uno — incluso nosotros — en su verdadero ser expresa las cualidades espirituales de Dios, ahora y por siempre. Solamente existe la totalidad de Dios y Su infinita bondad. La bondad de Dios es expresada espiritualmente por cada uno y por todos. Esta verdad sana.
