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“La Ciencia Cristiana explica que toda causa y efecto son mentales,...

Del número de febrero de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“La Ciencia Cristiana explica que toda causa y efecto son mentales, no físicos,” afirma la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 114). Yo siento profunda gratitud por esta maravillosa verdad.

Una mañana desperté con dolor de cabeza (algo inusitado en mí) e inmediatamente comencé a orar a Dios. Vi que esta situación exigía que yo comprendiera de mejor manera mi identidad espiritual; que me viera sana, inocente y libre de cualquier incomodidad, existiendo completamente en la Toda-presencia de Dios, la Mente. Al mismo tiempo contradije la creencia de que el hombre pudiera estar restringido en la materia.

Pasé el resto del día en mis actividades usuales, pero muchas veces tuve que detenerme por el dolor que sentía. Cada vez insistía en el hecho de que, como reflejo del Amor divino, lo único que podía sentir era amor. Cuando llegó la noche ya me había dado cuenta más plenamente de que un dolor de cabeza es una creencia falsa, y que yo podía denunciar el dolor como “un hablador” falso.

Sin embargo, al día siguiente no me sentí mejor, así es que llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara por medio de la oración. Se me dio ese apoyo, y, además, se me pidió que considerara el verdadero significado de “paz”. Al principio me sentí desconcertada por esa instrucción porque me sentía en paz, contenta y tranquila. Pero al seguir buscando guía espiritual, recordé un versículo de la Biblia (Job 22:21): “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien”. De lo anterior sentí el impulso de estudiar referencias sobre la palabra “Espíritu” (un sínonimo de Dios) en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy, y de esa manera estar “en amistad” con Él.

Durante los tres días siguientes, por medio de este estudio y con la ayuda del practicista, se hizo más profunda mi comprensión de Dios. Especialmente me impresionó este pasaje en Ciencia y Salud (pág. 319): “A través de los ciclos infinitos de la existencia eterna, el Espíritu y la materia no concurren ni en el hombre ni en el universo”. Vi que Dios, el Espíritu, es Uno, y que este Uno es Todo. Por razón de esto, el ser del hombre es puramente espiritual, y no una mezcla de Espíritu y materia, armonía y discordia.

Durante estos días, aunque mi estado parecía ponerse peor, sentía mucha felicidad y esperanza. A pesar de todo, no oía bien por un oído, y mi sentido del equilibrio se afectó. Al cuarto día, decidí seguir adelante con el trabajo yo misma. Me aferré al conocimiento de que la Verdad es suprema en cada momento de nuestra vida, y que la curación es inevitable.

El adelanto esperado se produjo al quinto día. Un poco cansada, me senté en una silla y decidí no moverme de allí hasta que obtuviera en oración un sentido de dirección claro. Entonces vino a mi mente la palabra “conmoción”. Pero esto no parecía tener sentido alguno; yo consideraba que una conmoción era un tipo de lesión y no me había lesionado. Cuando esta palabra me llegó otra vez, consulté un diccionario. Vi muy claramente esta parte de la definición: “un sacudimiento violento; agitación”.

Ahora realmente vi lo que estaba sucediendo. El mundo entero parecía estar agitado, sacudido, por una crisis aquí, una guerra allá, y en todas partes el temor de un desastre nuclear. Pero era la creencia del mundo lo que estaba en estado de conmoción, no yo. La Sra. Eddy escribe (Ciencia y Salud, pág. 264): “El Espíritu y sus formaciones son las únicas realidades del ser. La materia desaparece bajo el microscopio del Espíritu”. Con eso, lo que había aprendido en mi estudio sobre el “Espíritu”, así como el amor que yo sentía por la humanidad, se pusieron de manifiesto. Tomé el ejemplar del The Christian Science Monitor de ese día; después de leer cada uno de los artículos sobre las noticias, oré para reconocer el control único, universal, del Espíritu.

Horas después, me di cuenta de que había sanado completamente. Me había vuelto la capacidad para oír, mi equilibrio se había restablecido y el dolor de cabeza ya no existía. Me sentía perfectamente bien.

El Monitor ha jugado un papel importante y sanador en mi vida en otras ocasiones. Una vez, cuando me sentía constantemente fatigada y tenía la tendencia a dormir excesivamente, me sentí impelida a leer un ejemplar del Monitor. La primera página estaba llena de noticias acerca de la crisis de energía. Esto me alertó a considerar el concepto de energía bajo una luz más espiritualmente científica. Vi que Dios, la Vida, es la fuente abundante de toda energía, y que como Espíritu infinito, Él es la causa de mi ser. Sané.

En cierto momento encontré que estaba cojeando. En ese entonces, yo sentía gran temor de la guerra nuclear. En una de las noticias de esa semana, la palabra “destrucción” me llamó la atención. Pero fue la definición de “Iglesia” en el Glosario de Ciencia y Salud (pág. 583) lo que me llevó a la curación. Dice así, en parte: “Iglesia. La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él”.

El reflexionar sobre esto me hizo darme cuenta de que la Iglesia es la única estructura que existe. Y porque la Iglesia es espiritual nunca puede perder su estructura. El hombre, como expresión de Dios, incluye a la Iglesia, por lo tanto no está sujeto a la destrucción. La pierna sanó inmediatamente y por completo; con esta inspiración mi temor de la destrucción nuclear desapareció también.

Siento inexpresable gratitud a Dios por Su amor y por las constantes bendiciones que han llegado a mi vida por medio del estudio de la Ciencia Cristiana.


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