Desde que practico las enseñanzas de esta maravillosa religión, he nacido de nuevo. Las curaciones físicas, morales, personales y económicas son más de las que puedo enumerar. Antes de conocer la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), sufría extremadamente del temor a las enfermedades. Ningún medicamento, ninguna de las muchas consultas con especialistas médicos me ayudaron, y empeoraba día a día.
En ese entonces conocí a una persona muy querida que me prestó Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy con el propósito de que hallara alivio a mis enfermedades. Una noche desperté con alta temperatura, dolores y una severa hemorragia. Llamé al médico, quien expuso que debía ir inmediatamente a un hospital para operarme.
Como no deseaba que esta orden se llevase a cabo, esa misma noche llamé por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana, y leí la Biblia y Ciencia y Salud hasta la mañana siguiente. A medida que leía, me sentí rodeada de una paz y libertad maravillosa.
Al día siguiente me vi libre de la fiebre, y no había vestigio alguno de la hemorragia. Mientras leía la Biblia la noche anterior, había obtenido mucha inspiración con el relato del incidente en que Cristo Jesús sana a la mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años (véase Mateo 9:20–22). Cuando llamé al médico para decirle que no me operaría porque había sanado, me visitó y agregó que si no hubiera sido porque él mismo había diagnosticado la enfermedad, no hubiera podido creer que se produjese una curación tan repentina.
Desde entonces, nunca he usado medicinas, ni me ha visitado médico alguno. Cualquier desarreglo físico ha sanado por medio de la oración, con la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana, y, principalmente, con la certeza de que es siempre el Padre quien nos sana.
Años después, me vi en la necesidad de buscar vivienda, y oré para percibir que debido a que el Amor divino siempre responde a nuestras necesidades, un lugar adecuado ya me estaba esperando. Aunque deseaba alquilar un apartamento, fue una gran bendición encontrar uno para la venta y a un precio conveniente. Además, mi hija y su familia viven en la ciudad donde resido, y mis nietos asisten a la Escuela Dominical en la filial de la Iglesia de Cristo, Científico, de la cual soy miembro.
Me sentí satisfecha y agradecida, pero aún existía una preocupación que me molestaba: mi trabajo independiente como periodista, es decir, como escritora profesional, no me aportaría un ingreso cuando dejara de trabajar. Cierto día mientras leía Ciencia y Salud, sostuve esta idea en el pensamiento: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494). Reflexioné sobre estas palabras durante mucho tiempo, y desde entonces confié, sabiendo que el Padre-Madre Dios, que conoce sólo el bien presente — la actualidad del bien — en verdad provee todo el bien para Sus amados hijos. En primer lugar, la tranquilidad, luego la esperanza y finalmente la certeza, me liberaron del temor del mañana. Poco tiempo después de esto, en una época de crisis económica en la cual mucha gente joven no podía encontrar trabajo, y a una edad en la que normalmente uno ha dejado de trabajar, hallé trabajo permanente. Mi trabajo era en una de las más importantes editoriales europeas. Por medio de este empleo me incluyeron, con fecha retroactiva, en el programa que regularmente se denomina Seguridad Social.
Me siento profundamente agradecida por la practicista que siempre me ha ayudado en momentos de necesidad y por La Iglesia Madre, de la cual soy miembro. Busco poder difundir la palabra sanadora de Cristo Jesús, y agradezco a Dios porque puedo ayudar a otros y porque puedo ver que varias personas conocidas, amigos y familiares han emprendido con gozo el estudio de Ciencia Cristiana. Siento también gratitud por la Sra. Eddy, quien a través de sus obras nos ha capacitado para comprender la Biblia. Todos los días en mis oraciones ruego al Padre que aumente mi entendimiento, a fin de vivir en la certeza de que el hombre es uno con Él por toda la eternidad.
Milano, Italia