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El efecto sanador de Ciencia y Salud

Del número de mayo de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchas personas han hojeado casualmente o por curiosidad, o aun criticado el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Pero quienes lo han leído con atención están en mejor posición de atestiguar sobre la influencia sanadora que se desprende de sus páginas, la cual abraza, consuela y restaura a la humanidad.

Actuando como clave del significado espiritual de la Biblia, el libro de texto sistematiza e interpreta el concepto de curación de las Escrituras. El libro honra a un Dios infinito, describe la pureza y perfección del hombre, la imagen espiritual de Dios, y explica al Cristo sanador y eterno, el cual Jesús enseñó y practicó. Ningún otro libro desenmascara el engaño que presentan los sentidos materiales y expone tan completamente la nada de la materia o el mal.

Ciencia y Salud despierta a sus estudiantes del sueño de Adán de los sentidos materiales engañosos; progresivamente nos despierta a reconocer que Dios, el bien, es en verdad Todo-en-todo. Con explicaciones que inspiran e instruyen, el libro de texto conduce tanto al practicista como al paciente, sólo por medios espirituales, hacia la regeneración y la curación.

La Ciencia y la salud genuina demuestran la realidad divina. La cualidad espiritual de salud permanece tan constante como el Principio divino mismo. No obstante, los mortales necesitan estar en conformidad con la armonía absoluta que es la base de una salud invariable. La Ciencia ofrece la disciplina espiritual práctica por la cual conformamos nuestras actitudes y acciones a la salud inmortal que mantiene la Mente divina, Dios.

Al comprender la identidad espiritual dentro de la estructura de la realidad divina, podemos aprender a demostrar, paso a paso, una salvación total del pecado, de la mala salud y de la aflicción. En la proporción en que practicamos las leyes divinas estipuladas en Ciencia y Salud, con cada curación vamos obteniendo la salud moral y espiritual y la felicidad de la santidad.

La curación ha sido siempre la señal de los mensajeros de Dios a la humanidad. Tanto el advenimiento como el ungimiento de Cristo Jesús lo identificaron como el enviado de Dios. ¿Pero fue la gente persuadida de que el Mesías había venido, o estaba enseñando lo que realmente significaba Dios con nosotros? Al oír las palabras y ver los acontecimientos que trascendieron la lógica humana, el primo de Jesús, Juan el Bautista, estaba en la mejor posición posible de aceptar el origen inmaculado del Maestro y su destino sin precedentes. No obstante, cuando el Bautista se enfrentó cara a cara con la persecución, lo asaltó la duda. Desde la prisión ordenó que se le preguntara a Jesús: “¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?” Mateo 11:3.

En respuesta a su pregunta, Jesús citó las obras sanadoras que habían demostrado tan claramente que, en realidad, el Cristo había venido; obras que invariablemente demostraron que la familia entera del hombre, es la expresión de un Padre, Dios, todo afectuoso, siempre presente. Cualquiera que hubiera sido la respuesta de Juan a esa contestación, permanece el hecho de que Jesús consideró la curación sistemática como la confirmación consumada de Emmanuel, o “Dios con nosotros”.

La curación no fue entonces y no lo es ahora el fin exclusivo de los discípulos cristianos. Pero sí tiene una función indispensable en relacionarnos con el Cristo. En respuesta a su propia pregunta: “¿Vamos a tener un cristianismo práctico, espiritual, con su poder curativo, o una ciencia médica material y una religión superficial?” la Sra. Eddy escribe: “La esperanza progresiva del género humano, anhelante de salud y de santidad, se detiene y aguarda la respuesta; y el Cristo que va reapareciendo, y cuya comprensión vivificante la imparte la Ciencia Cristiana, ha de contestar la perenne interrogación: ‘¿Eres tú aquel que había de venir?’ ” No y Sí, pág. 46.

A la incesante pregunta de la humanidad, el Amor divino responde continuamente. En la parte final de Ciencia y Salud hay un capítulo titulado: “Los Frutos de la Ciencia Cristiana”. Cien páginas de cartas relatan curaciones efectuadas sin la ayuda de ningún médico excepto el libro mismo.

Estas cien páginas de ninguna manera abarcan todos los resultados obtenidos. Cada ejemplar de las publicaciones semanales y mensuales, como el Christian Science Sentinel, The Christian Science Journal y El Heraldo de la Ciencia Cristiana, publica una selección de la correspondencia que diariamente llega a La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana. Además, los cultos de los miércoles en las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, alrededor del mundo, a menudo incluyen testimonios verbales de los efectos sanadores del libro de texto.

La lectura de los testimonios y el escucharlos no puede dejar de estimularnos. Sin embargo, la prueba, además de fortalecer, certifica. ¿Acaso hay alguien que se encuentre en mejor posición que la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana para valorar la necesidad de llevar a cabo obras sanadoras? La Sra. Eddy insiste: “Son la señal del Emmanuel, o ‘Dios con nosotros,’ — una influencia divina siempre presente en la consciencia humana, y que se repite, viniendo ahora como se prometió antaño:

Para proclamar libertad a los cautivos [de los sentidos],
y a los ciegos recobro de la vista;
para poner en libertad a los oprimidos”.Ciencia y Salud, pág. xi.

Siempre que testificamos de la eficacia sanadora de la Ciencia Cristiana, damos testimonio de que el Emmanuel vive hoy en día en la demostración de la Ciencia Cristiana. Nuestro testimonio da tributo impersonal a la autoridad divina de Ciencia y Salud.

Así como Jesús fue quien demostró a Emmanuel en su forma más elevada, así nuestro libro de texto habla por el Emmanuel como la revelación de Dios con nosotros escrita en este libro. Canciones angelicales siempre entonarán la paz y la buena voluntad a través del mensaje de Ciencia y Salud. Los reyes magos siempre rendirán homenaje a la aparición de la curación cristiana desarrollada en las páginas de este libro singular y único, cuya influencia divina el mundo finalmente debe sentir. Si atesoramos y nutrimos la curación cristiana, crecerá y madurará en nuestros corazones. La duda no puede detener las curaciones, ni demorar los ministerios de quienes siguen las señales de Dios con nosotros directamente a la Ciencia de Dios con nosotros.

Nada puede interceptar la autoridad sanadora de la revelación de Sí mismo que Dios nos da en Ciencia y Salud. El libro de texto trae a todo lector, cada vez que lee, un mensaje que leuda su pensamiento, un mensaje que se expande para responder a su necesidad particular.

Las señales de que la Ciencia Cristiana es la llegada del Emmanuel tal vez no siempre lleguen en la forma precisa o en el momento exacto que podemos delinear como ideal. No podemos elegir las señales o el tiempo. Pero podemos valorar las señales que ya han venido. Y si somos obedientes y leales, percibiremos la señal correcta en el momento preciso.

La curación autentifica que Dios es la fuente y la sustancia de la Ciencia divina; que Dios está con nosotros en la demostración de su revelación de la Verdad en Ciencia y Salud.

Dios está, en realidad, en todas partes. A medida que ejercitamos nuestro derecho divino de estar con Él, practicando devotamente el sistema científico cristiano, revelado a la Sra. Eddy, y escrito por ella en el libro de texto, nuestra vida se convierte, entonces, en señales del Emmanuel.

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