Hércules, el mítico superhombre de la antigua Grecia, emprendió la gran tarea de purificar los establos de Augías; los pesebres que daban refugio a grandes rebaños de ganado, se habían descuidado durante treinta años. Cumplió su tarea desviando un río cercano para que pasara por entre los establos, y el agua corriente y limpia hizo el trabajo en un solo día.
Para purificar nuestro pensamiento de males acumulados, no necesitamos desperdiciar esfuerzos analizando psicológicamente el pasado para culpar antiguas equivocaciones por los problemas actuales. No debemos permitir que historias falaces de las observaciones del sentido físico nieguen el hecho científico de que la creación de Dios es buena.
Las aguas purificadoras del sentido espiritual barren los viejos errores de la creencia y lavan la consciencia humana, bautizándola en el Espíritu, de manera que la pureza de Dios, el Alma, pueda ser comprendida y demostrada en la curación de la humanidad. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La manera de extraer el error de la mente mortal es vertiendo en ella la verdad por medio de inundaciones de Amor”.Ciencia y Salud, pág. 201.
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