Para un parto armonioso, la calma llena de confianza y libre de temor y aprensión de los padres, es un elemento vital. La explicación que da la Ciencia Cristiana acerca de la obstetricia, trae el entendimiento que proporciona esa calma.
Una madre estaba pasando momentos difíciles durante el nacimiento de su primer hijo. El parto había comenzado hacía dieciocho horas. Para el médico que la atendía, la única aparente solución para un parto sin peligro era recurrir a la cirugía. Finalmente el padre de la criatura pudo comunicarse por teléfono con una practicista de la Ciencia Cristiana que vivía en otro estado. En cuestión de minutos el médico observó, lo que para él era un fenómeno poco común. El bebé de pronto se movió, poniéndose en la posición correcta, y el alumbramiento se produjo rápida y armoniosamente.
Estos fueron los “hechos” de la manera que los vio el médico.
Lo que él desconocía era la sustancia de las ideas sanadoras que sacó a luz la practicista de la Ciencia Cristiana. A través de la oración, la practicista percibió que, en realidad, el niño no era un mortal, puesto que tampoco lo era su Padre verdadero, nuestro Padre-Madre Dios. El hijo de Dios no es un ser material que una madre humana lleva dentro del cuerpo, sino la perfecta expresión de la naturaleza de Dios, incluyendo todas Sus ideas y cualidades.
Dios es el único creador. Por lo tanto, los padres necesitan apartarse de un falso sentido de responsabilidad y lograr un mejor entendimiento de la Mente que todo lo crea. El desarrollo de las ideas de Dios continúa a través de la eternidad, y el hombre es la idea de Dios. Sería de gran ayuda, en el momento del parto, que los padres tuvieran una fe pura y tranquila en el amor de la Mente divina por cada una de sus ideas.
En la Ciencia absoluta no hay nacimiento mortal. Por lo tanto, se debe ver al bebé como el concepto más elevado de la idea inocente e inmaterial. Siempre ha tenido ser y sustancia en el Espíritu. La madre y el bebé no pueden causarse ningún daño, pues de acuerdo con la Ciencia Cristiana, ambos son las ideas amadas de Dios y poseen una paz plena e ininterrumpida. Una idea es completamente mental y no ocupa espacio material o tiempo; refleja la sustancia y la eterna presencia de Dios.
En un párrafo cuyo título marginal es “Obstetricia científica”, la Sra. Eddy subraya la importancia del pensamiento elevado al escribir: “Para asistir debidamente al nacimiento de la nueva criatura, o idea divina, hay que apartar el pensamiento mortal de sus conceptos materiales en forma tal que el alumbramiento venga natural y sin peligro. Aunque acumulando nuevas energías, esta idea no puede dañar su ambiente útil en el trance del nacimiento espiritual”. Más adelante continúa: “Cuando ocurre este nuevo nacimiento, la criatura en la Ciencia Cristiana nace del Espíritu, nace de Dios, y ya no puede causar más sufrimiento a la madre”.Ciencia y Salud, pág. 463.
En el instante del alumbramiento, podemos saber que la idea de Dios expresa su verdadera herencia de libertad, acción y vida. La criatura en su identidad espiritual que Dios le ha dado, ha sido siempre sostenida por el Espíritu; por lo tanto, la gozosa espera puede ser enriquecida mediante una firme aceptación de que Dios “todo lo hizo hermoso en su tiempo”. Ecl. 3:11.
Quienes atienden el parto pueden liberarse del peso de una falsa responsabilidad aceptando el mensaje claro de Dios: “Yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré”. Isa. 46:4.
Una idea no está dentro de otra. Todas las ideas están en la Mente divina, y dependen únicamente de la Mente. Por ello, en la Ciencia, madre e hijo están animados por la Mente, reciben su energía de la Mente, son sostenidos por la Mente divina, Dios.
El siguiente pasaje de Isaías claramente nos asegura que el alumbramiento tendrá lugar tan natural y pacíficamente como un capullo que se abre en total floración: “Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo”. 66:7.
Un concepto correcto acerca de madre e hijo trae a luz la perfección del ser, la seguridad y consuelo de la continuidad espiritual, el rechazo de la limitación, el gozo de la realización, la promesa de la eternidad y el amor del Amor.