El segundo viaje de Pablo lo llevó una vez más al Asia Menor, a visitar nuevamente a las iglesias que había fundado en su primer viaje. Los compañeros de Pablo eran Silas y un joven llamado Timoteo, quien se unió a él durante el viaje. Timoteo llegó a ser para el apóstol un ayudante fiel y digno de confianza, que compartía sus labores y penurias. [Ver (1) en la sección Lectura adicional al final de este artículo.] Había muchas otras personas a quienes Pablo podía contar como amigos. Algunas de estas personas se mencionan en el capítulo 16 de Romanos, y las pocas descripciones que se dan, muestran el afecto e interés que Pablo tenía por la gente.
Como resultado de esta nueva visita de Pablo a las iglesias en este segundo viaje, las congregaciones aumentaron en fe y también aumentaron en número. Mas ahora nuevos campos llamaban. Todo el curso de acción de Pablo iba a cambiar. Él se sentía claramente guiado a no “hablar la palabra en Asia”, Hechos 16:6. refiriéndose, probablemente, a las regiones costaneras de Asia Menor, que era el próximo lugar adonde pensaba ir. En cambio, “se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos”. V. 9. Por tanto, Pablo viajó a la provincia de Macedonia en Grecia.
Este cambio de Asia Menor a Europa marca un cambio en la actividad misionera de Pablo. Pablo había encontrado el propósito de su misión: abarcar a todo el mundo. Probablemente ningún apóstol de esa época tenía una visión más amplia. Él podía permanecer imperturbable ante el tumulto exterior sintiéndose seguro: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filip. 4:13. Como amaba tanto a Dios, sabía que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Rom. 8:28.
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