Una de las apremiantes necesidades de hoy en día es la de defendernos nosotros y defender a nuestras familias del peligro. El peligro amenaza en muchos frentes: la guerra en la escena internacional, accidentes y crímenes en la calles urbanas, incertidumbre económica y la falta de empleo; y en nuestra vida personal, el riesgo de mala salud, negocios que fracasan, amistades que acaban o bajas calificaciones en la escuela.
Por cierto, un periodista eminente, al examinar recientemente la serie de amenazas mundiales, declaró que la década del 1980 podría ser “la década más peligrosa en la historia”.
¿Nos puede ayudar la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) a defendernos y a defender a nuestros seres queridos? La respuesta es que sí, y está basada sobre dos verdades espirituales. La primera: debido a que Dios, el bien, es el único poder, no existe, en realidad, un poder opuesto llamado el mal que pueda ponernos en peligro. La segunda: debido a que nosotros — como hijos de Dios — expresamos el poder espiritual de Dios, el bien, podemos demostrar que estamos equipados con los recursos necesarios para defendernos contra la ilusión del mal.
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