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Sustancia y salud

Del número de julio de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


La sustancia se relaciona con la salud más de lo que nosotros pensamos. La Ciencia Cristiana nos demuestra que a medida que obtenemos un mayor entendimiento de la verdadera sustancia, expresamos una buena salud en nuestra vida, tanto física como moral y espiritualmente. Si la mala salud parece amenazarnos, podemos confiar en una aceptación consagrada del concepto de la verdadera sustancia a través de la oración y de la manera de vivir cristiana, para restablecer la armonía.

Una alternativa radical que tenemos para no hacer uso de la medicina material tradicional es orar acerca de la sustancia. ¿Qué hay detrás de todo esto?

La sustancia es Dios. Por lo tanto, la sustancia verdadera es el bien invariable. Por ser el hombre la idea de Dios, es la imagen de lo eterno e infinito. El hombre es espiritual. La salud absoluta o armonía de la Mente divina tiene su encarnación o reflejo en la idea compuesta llamada el hombre. Pablo escribe: “¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1 Cor. 6:19.

Puesto que el cuerpo mortal no es eterno, y es obvio que no es la semejanza de Dios, que es Espíritu, el cuerpo mortal no es el templo “el cual tenéis de Dios”. Es una falsificación, o ídolo falso de la mente carnal. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy explica la diferencia: “El hombre mortal y material se considera a sí mismo como sustancia, pero su concepto de sustancia implica error, y por tanto es material y temporal. Por otra parte, el hombre inmortal y espiritual es realmente sustancial, y refleja la sustancia eterna, o el Espíritu, que los mortales esperan alcanzar. Refleja lo divino, que constituye la única entidad eterna y real”.Ciencia y Salud, pág. 301.

Un quiste que tenía en el párpado y que era muy doloroso, me obligó, hace algún tiempo, a probar estas verdades. Durante seis meses oré sólo superficialmente acerca de la condición, esperando que desapareciera y me dejara en paz. Finalmente me di cuenta de que evadir el requerimiento de orar consagrada y específicamente era incorrecto y comencé a trabajar diariamente con la idea de la verdadera sustancia. La definición de la Sra. Eddy de este término, fue continuamente mi punto específico para enfocar el problema. “La sustancia es aquello que es eterno e incapaz de discordancia y decadencia. La Verdad, la Vida y el Amor son sustancia, tal como las Escrituras usan esta palabra en la Epístola a los Hebreos: ‘La sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven’ ”.Ibid. pág. 468.

Esta definición me ayudó a abrir mi pensamiento para recibir muchas vislumbres sanadoras de la Verdad. Percibí que en mi identidad verdadera, sólo se estaba manifestando la sustancia armoniosa de Dios. Y que era imposible que algo material, discordante, se presentara en el Espíritu, como tampoco en su reflejo, el hombre. En realidad, nada necesitaba curación o desaparición porque Dios, el Amor, ocupaba todo el espacio y la consciencia con Su perfecta sustancialidad. Comprendí que al aumentar mi entendimiento de la sustancia espiritual podía eliminar cualquier creencia falsa acerca de un quiste dañino.

Después de haber orado de esta manera por más tiempo, el quiste desapareció completamente.

Cuán agradecido me sentí por haber aprendido que Dios Mismo es la fuente verdadera tanto de la sustancia como de la salud.

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