En We Knew Mary Baker Eddy se relata que la Sra. Eddy preguntó una vez a sus alumnos cuál era la mejor forma para lograr la curación instantánea. Hubo muchas respuestas a esa pregunta, y cuando todos habían terminado, la Sra. Eddy declaró (pág. 134): “Les voy a decir la forma de hacerlo. ¡Es amar! Sólo vivan el amor — sean amor — amen, amen, amen. No conozcan nada sino el Amor. Sean todo amor. No hay nada más. Eso hará el trabajo. Sanará todo; levantará a los muertos. Sean nada más que amor”.
He tenido la ocasión de comprobar en mi propia experiencia este poder sanador del Amor en muchas ocasiones. El resultado ha sido curaciones de desorden estomacal, de severos calambres en las piernas y de sueño agitado, y la recuperación de objetos perdidos o robados, incluso un anillo de diamantes. Cuando me he vuelto hacia Dios, sabiendo que Él es Amor, que todo lo abarca, el único poder, y conscientemente he hecho el esfuerzo de ver este Amor expresado a mi alrededor, la curación ha llegado.
Una vez, durante la noche, me desperté sin poder respirar. Me sentía como si me estuviera sofocando. Luché duramente. Cuando me di cuenta de que no había nadie en derredor, fui repentinamente presa del miedo, pensando: “Oh, estoy sola. ¿Qué voy a hacer?” Entonces vino el pensamiento, “No, tú no estás sola”. Y me di cuenta de que esto era verdad. Recordé las palabras de Cristo Jesús en la Biblia (Mateo 28:20): “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Me sentí envuelta en la presencia del Cristo. La dificultad respiratoria cesó inmediatamente.
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