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¡Elige la esperanza!

Del número de diciembre de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


La esperanza debería jugar un papel importante en nuestras vidas. Y la más elevada y segura esperanza que podemos encontrar se halla en Dios. El Salmista expresó su confianza en las siguientes palabras: “Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud”. Salmo 71:5.

Esta profunda confianza en Dios se puede alcanzar cuando comprendemos que cada uno de nosotros tiene una relación muy especial con el creador del universo. Contrario a lo que sucede con los lazos humanos, la relación del hombre con Dios existe eternamente; no se puede interrumpir ni perder. A medida que reconozcamos este hecho, que comencemos a construir nuestra vida diaria sobre esa base, sabremos que siempre hay una razón para tener esperanzas.

Tenemos un próposito en la vida que nunca cambiará: reflejar las cualidades y atributos de Dios. Dios nos necesita del mismo modo que el sol necesita sus rayos. Puesto que Dios es el bien, la relación del hombre con Él es armoniosa, perfecta en todo sentido. Comprenderemos esto, cada vez más, a medida que consecuentemente nos volvamos a Dios en oración y sigamos Su guía.

La Sra. Eddy escribe: “Para orar como se debe, hay que entrar en el aposento y cerrar la puerta. Tenemos que cerrar los labios y silenciar los sentidos materiales. En el santuario tranquilo de aspiraciones sinceras, tenemos que negar el pecado y afirmar que Dios es Todo”.Ciencia y Salud, pág. 15.

Podemos empezar a liberarnos de cualquier maraña de desesperanza y depresión mediante el deseo sincero de ser menos mortales en nuestros pensamientos y acciones, y ser más el hijo de Dios.

¿Qué podemos hacer si no sentimos deseos de esforzarnos por librarnos de la desesperanza por medio de la oración? Una forma de romper esta apatía es glorificar a Dios, dar gracias por anticipado. ¡Entonces sentimos la confianza en el infalible amor de Dios que nos saca del pozo de amargura y nos encamina en dirección de la vida que merece la pena vivirse!

Cristo Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10. Por medio de su resurección de la muerte él probó que Dios es Vida eterna y Amor siempre presente. Demostró que la desesperanza es un sentido equivocado, que es posible disiparla mediante el poder del Amor divino. Una consciencia rebosante de la riqueza del Cristo — la Verdad y la Vida infinitas que Jesús manifestó— es rica en gozo, gratitud y paz.

Las ideas de Dios nos proporcionan todo lo que necesitamos. No podemos con un silbido hacer que caigan ideas del cielo, pero cuando humildemente escuchamos para ser guiados por Dios, las ideas correctas que responden a nuestras necesidades se harán aparentes.

La Biblia nos relata la historia de Agar, una mujer egipcia que era la madre de un hijo de Abraham. Accediendo a los deseos de su esposa, Abraham echó a Agar fuera de su casa, dándole una botella de agua y un poco de pan, y ella y el niño se fueron al desierto. Cuando se agotó el agua de la botella, Agar colocó a su hijo debajo de un arbusto. No podía soportar ver morir al niño, y se sentó llorando a bastante distancia de él.

En ese desierto de desesperanza le llegó el mensaje de Dios. Sus ojos se abrieron. Vió una fuente de agua y llenó la botella. La fuente había estado allí todo el tiempo, pero en su desesperación Agar no la había visto. Ver Gén. 21:9–20.

Nadie puede sumirse en una depresión tan profunda que Dios no pueda alcanzarlo. Dios está en todas partes. Su poder salvador está disponible para todos ahora mismo. Podemos sobreponernos a la desesperanza y a la depresión recurriendo a Él, nuestra esperanza y nuestro mejor amigo.

¡Elige la esperanza!

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