La esperanza debería jugar un papel importante en nuestras vidas. Y la más elevada y segura esperanza que podemos encontrar se halla en Dios. El Salmista expresó su confianza en las siguientes palabras: “Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud”. Salmo 71:5.
Esta profunda confianza en Dios se puede alcanzar cuando comprendemos que cada uno de nosotros tiene una relación muy especial con el creador del universo. Contrario a lo que sucede con los lazos humanos, la relación del hombre con Dios existe eternamente; no se puede interrumpir ni perder. A medida que reconozcamos este hecho, que comencemos a construir nuestra vida diaria sobre esa base, sabremos que siempre hay una razón para tener esperanzas.
Tenemos un próposito en la vida que nunca cambiará: reflejar las cualidades y atributos de Dios. Dios nos necesita del mismo modo que el sol necesita sus rayos. Puesto que Dios es el bien, la relación del hombre con Él es armoniosa, perfecta en todo sentido. Comprenderemos esto, cada vez más, a medida que consecuentemente nos volvamos a Dios en oración y sigamos Su guía.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!