La importancia del buen humor y la risa me fue ilustrada cuando varios de mis compañeros y yo fuimos invitados durante la época de la Navidad a decorar los cristales de las ventanas de un centro de protección para niños abandonados. Éramos estudiantes de arte y esta oportunidad de alegrar a los niños fue aceptada con regocijo.
Se nos dijo que hiciéramos las decoraciones tan divertidas y coloridas como fuera posible, de modo que antes de pintar las figuras sobre el cristal presté cuidadosa atención, con la ayuda de la oración, a esta agradabilísima tarea. Afirmé que Dios es la fuente de toda felicidad y que por ser Su reflejo me era natural expresar gozo. Reconocí que cualidades tales como viveza, forma, color y contorno se derivan en realidad del Alma, y que las ideas apropiadas ya estaban espiritualmente representadas en la consciencia, la Mente divina. Confiando en que algo de este arte divino podía ser manifestado en diseños humorísticos, coloridos y atrayentes, me puse a pintar.
Cuando el trabajo estuvo terminado, era evidente que el humor en verdad se deriva de Dios. Hasta yo tuve que sonreírme al ver las cómicas figuritas, y daba mucha satisfacción ver la alegría y la risa que provocaban en los niños.
Es de extrañar, sin embargo, que la gente a veces se olvida de que la risa, cuando es ocasionada por una influencia buena y pura, puede ser indicio de una experiencia espiritual, una demostración de gozo, lo cual es un atributo de Dios. En una de las bienaventuranzas de Cristo Jesús, según el Evangelio de San Lucas, leemos: “Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis”. Lucas 6:21.
La bienaventuranza, o felicidad espiritual, es una realidad omnipresente que puede experimentarse siempre que reconocemos con gratitud la interminable profusión de bien que nos viene de Dios, la fuente de todo gozo. En la Ciencia, el hombre es completamente espiritual, siempre a una con esta fuente divina, y jamás puede quitársele su gozo. Por supuesto, es posible que surjan las preguntas: “¿Dónde está este gozo siempre presente? ¿Cómo es que yo no lo estoy experimentando? ¿Cómo puedo reír o siquiera sonreír, con todos los problemas que tengo?”
Cuando una persona se siente tan agobiada de problemas que parece no tener nada por lo cual reírse, esto podría indicar que es necesario volverse de todo corazón a la fuente divina de la que emana todo gozo y la risa que tan frecuentemente se asocia con el gozo. Una mentalidad lúgubre jamás fue creada por Dios. El pesar, la depresión, la ansiedad, no tienen más poder sobre nosotros que la realidad que les atribuimos al aceptarlos. Incluso en la hora más angustiosa podemos ver que ya están a la mano los alentadores y gozosos pensamientos de Dios, Sus ángeles que cuidan de nosotros.
Puesto que el hombre es la imagen de Dios, cuya naturaleza es gozo ilimitado y Vida radiante, ¿cómo puede existir un mortal deprimido o una mentalidad lúgubre? ¡En realidad no existen! La agresiva afirmación de tristeza, ruina y tumba, no es sino un estado mental mesmérico, cuyas escenas engañosas no son más reales que las de una pesadilla de la cual podemos despertar. Cuando se comprende claramente que este concepto deprimido del ser es un estado hipnótico y se le niega realidad mentalmente, la luz solar de la Verdad y el Amor pronto brilla a través de esa consciencia oscurecida. Entonces la actitud entristecida y sus problemas resultantes se disolverán en su inexistencia original.
En Escritos Misceláneos la Sra. Eddy declara: “Estoy de acuerdo con el Revdo. Dr. Talmage, en que ‘hay ingenio, buen humor, y vivacidad perdurable entre la gente de Dios’ ”.Esc. Mis., pág. 117. Gozosa exuberancia y su canción de risa deberían ser expresadas por toda la “gente de Dios”. Después de todo, si la creación es la expresión de la bondad siempre vivificante de Dios, Su alentadora vivacidad se manifiesta en todas Sus ideas.
No perdamos de vista jamás nuestro verdadero estado espiritual, el cual está siempre a una con Dios, la esencia misma de todo gozo. Aferrarnos a este hecho absoluto nos ayudará a mantener una disposición más cristiana, una vida con más risa y menos ceño.
