Hay un recorrer progresivo del Cristo. Es como una fresca brisa que viene del océano y como un águila que recorre los cielos; pero éstas sólo recorren el espacio. Este recorrido del Cristo cruza también el tiempo. A través de este recorrer, el Cristo — la idea inmortal de Dios — llega a nosotros. Nos llega de forma decisiva, triunfante, sanadora. (Y por Cristo queremos decir la Verdad eterna que el hombre Jesús representó y demostró; la divina idea cuyo poder él ejerció durante los años de su ministerio sanador y que siempre ha sido una activa presencia.)
No es una equivocación que Moisés, hace más de 3.000 años, cuando se enfrentó a una mano leprosa, pudo verla curada. Ver Éx. 4:6, 7. El Cristo estaba allí. No es una equivocación que Pedro, después que Jesús ascendió, aún pudo decir a un hombre cojo: “En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”, Hechos 3:6. y que éste lo hiciera. El Cristo estaba allí. No es una equivocación que, más recientemente, cuando me vi frente a los síntomas de influenza, pude sentir la presencia la idea inmortal de la Verdad, el Cristo, y pude hacer desaparecer los síntomas.
Llega hasta la época actual. El Cristo — la idea inmortal que viene de Dios, que viene a usted — está aquí. Ahora. En todo su poder. Un poder que puede curarle de la enfermedad. Una presencia que, cuando es entendida, puede aplicarse a toda una gama de problemas y ayudar a resolverlos. Es un poder, o presencia siempre activa, que está siempre disponible, pero que simplemente ha sido resistido en demasiadas oportunidades. El responder a este poder del Cristo exige un entendimiento claro, la voluntad y el deseo de aceptar la verdad de Dios. Ésta es la parte que usted y yo debemos jugar: comprender y obtener este entendimiento espiritual. Es un entendimiento y deseo que, cuando somos receptivos, se filtra y penetra el tejido mismo de nuestra vida y nos mueve a pensar y a vivir sobre una base más alta, más pura. Y a echar de nuestra vida las cosas que son sensuales, equívocas, egoístas.
Trabaje y ore para ser receptivo y obediente a las cosas que Dios tiene para impartirle, y se pondrá directamente en el camino del Cristo.
Jesús sabía que el Cristo estaba presente en su época. Sabía que iba a estar presente en la nuestra. Habló por el Cristo inmortal cuando dijo: “... he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20. Porque el Cristo cruza a través del tiempo y del espacio, está siempre con nosotros, a pesar de cuán desesperada sea la necesidad. Y podemos descubrir, aunque no sepamos cómo, que su presencia nos cobija y cuida de nosotros.
La Ciencia Cristiana pone en claro exactamente lo que ha sucedido y lo que está sucediendo. La Sra. Eddy escribe: “La idea inmortal de la Verdad recorre los siglos, cobijando bajo sus alas a enfermos y pecadores... La hora de la reaparición de la curación divina se presenta en todo tiempo; y quienquiera que ponga su todo terrenal sobre el altar de la Ciencia divina, bebe ahora de la copa del Cristo y es dotado del espíritu y del poder de la curación cristiana”.Ciencia y Salud, pág. 55. La curación está a su alcance, no obstante cuán derrotado usted se pueda sentir. El Cristo sanador ha recorrido a través del espacio, a través de los años; está dentro de nuestra consciencia ahora mismo. Necesitamos darle paso y obedecer sus mandatos.
Aquellos que en el pasado reconocieron al Cristo y demostraron su presencia nos han dejado una bendición. La bendición es un claro que ellos hicieron en la jungla de la resistencia al Cristo. Un claro en el que usted y yo podemos pararnos. Y gracias a ellos, hay menos follaje de egoísmo y materialismo obstruyendo nuestra visión del Cristo.
Y, si miramos al futuro, es una bendición que podemos dejar a otros. Podemos cortar aún más de las viñas enredadoras y enmarañosas de, por ejemplo, el egoísmo o la codicia. Deshágase de ellas. Entonces, en los años venideros, la visión será mucho más clara para cualquiera que vea aparecer al Cristo en su vida.
Cuanto más demostremos la presencia del Cristo — cortando nuestra oposición mental a ella — tanto más pronto llegará el día en que la jungla de la resistencia al Cristo no exista más en el pensamiento humano.
