Algunas veces te preguntas: ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?
Casi todos nos hacemos tales preguntas. ¿Donde encontramos las respuestas? ¿En la astrología, la sicología, la historia, la filosofía? Existen toda clase de teorías humanas interesantes. Pero las preguntas inteligentes e importantes merecen respuestas demostrables e inteligentes, y no hay mejor guía que la Biblia.
A esta altura tal vez preguntes: ¿Cómo puede la lectura de algo que se escribió hace no sé cuánto, ayudarme ahora? Muchas de las primeras historias bíblicas tratan de aventuras, guerras e intrigas. Pero los problemas básicos que la gente enfrentaba eran los mismos que los tuyos y los míos: problemas de relaciones humanas, enfermedad, dinero y la búsqueda de identidad. Y las mismas verdades que usaron los personajes bíblicos para desenmarañar enredos pueden ayudarte a ti.
Supongamos que has adoptado una forma de comportamiento que no te gusta realmente: una especie de falsificación de ti mismo. Eso le sucedió a Jacob. Celoso de los privilegios especiales de su hermano mellizo, estuvo de acuerdo con la estratagema de su madre para ganarse la bendición de su padre. Para hacerlo, Jacob tuvo que decir mentiras y utilizar triquiñuelas. Durante años continuó engañando y también fue engañado.
Más tarde, Jacob aprendió a confiar en Dios en lugar de confiar en su astucia. Después de mucha lucha empezó a encontrar su verdadera identidad como hijo de Dios, y finalmente se convirtió en un líder respetado. Ver Gén., caps. 27–33 y 35:9–11.
En las historias de Jacob y de otros personajes, puedes ver que la obediencia a las leyes de Dios les dio poder para actuar inteligentemente. Probaron que no tenemos que contentarnos con decir: “Yo soy así”. La obstinación, el mal genio, la rebeldía contra la autoridad, la confusión de valores, pueden ser rechazados por ilegales, porque no son parte de la ley de Dios y, por tanto, no tienen autoridad sobre Su hijo, tu ser real.
Es muy importante la manera como pienses acerca de ti mismo, para ti mismo. ¿Te sientes a veces que no tienes la habilidad para llevar a cabo alguna tarea? Así se sintió Moisés. “¿Por qué a mí? se preguntó cuando Dios lo llamó para sacar de la esclavitud a los hijos de Israel. Ver Éx. 3:11. No se consideraba un líder. Sin embargo, mira todo lo que hizo cuando entendió que su habilidad provenía de Dios.
Él sacó a los hijos de Israel fuera de Egipto. Durante años de frustración en el desierto el pueblo acudió a él en busca de alimento, agua, solución a sus disputas, seguridad. Debido a que Moisés escuchó a Dios y Lo obedeció, pudo recibir y entender los mandamientos de Dios. Dios le mostró cómo preparar a los israelitas para entrar en la Tierra Prometida.
Tus habilidades, talentos y propósito también provienen de Dios. Él no te creó para que fueras un fracasado. No tienes que sentirte deprimido por ningún fracaso ocasional. En vez, igual que Moisés, puedes continuar expresando las cualidades otorgadas por Dios tales como paciencia, integridad y buen juicio.
Daniel fue otro personaje bíblico que se aferró a su verdadera identidad. Enfrentado a oficiales celosos y a una ley promulgada para obligarlo a abandonar a su Dios, continuó confiando en Dios y orando. Aun cuando él y los leones hambrientos estuvieron frente a frente, Daniel sabía que la ley de Dios lo gobernaba. Los leones no le hicieron daño.
La explicación de Daniel por haber sido protegido fue: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente”. Dan. 6:22.
Si tú, como Daniel, puedes ver aunque sea una mínima parte de tu verdadera identidad como la amada, protegida expresión de Dios, puedes empezar a resistir firmemente a los leones en tu propia vida: soledad, carencia, confusión, presión ejercida por tus compañeros. En cierto modo, la experiencia de Daniel ilustra el desafío de atreverse a ser lo que eres realmente.
Para mostrar cómo lograr una comprensión espiritual de la verdadera identidad, nada iguala a las enseñanzas de Cristo Jesús, cuya vida confirmó lo que enseñó. Describió claramente su propio sentido de identidad: “Yo y el Padre uno somos”. Juan 10:30. Mediante la confianza en Dios sanó la enfermedad, el odio, la ceguera, el temor y las flaquezas.
Todos nos hemos sentido a veces como un manojo de contradicciones, queriendo hacer lo correcto pero de algún modo estropeándolo todo. Muchos personajes bíblicos tuvieron la misma lucha. Pablo, por ejemplo, escribió: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”. Rom. 7:19. Pablo descubrió su verdadera individualidad y propósito al discernir la identidad de Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios.
Lo que destaca en el relato de Pablo, y en el de otros personajes en la Biblia, es que al recurrir a Dios, el bien único, ellos descubrieron la naturaleza de su identidad. Ellos aprendieron que la pregunta “¿Quién soy?” está estrechamente vinculada a la pregunta “¿Qué es Dios?” Básicamente, sabemos lo que somos cuando sabemos qué es Dios.
Si a veces te preguntas acerca de tu propio valer, esto no es de sorprenderse. Las grandes escuelas, las enormes ciudades, la identificación mediante un número que sale de una computadora, tal vez te hagan sentir que no cuentas mucho como individuo. Pero la Biblia dice: “Dios creó al hombre a su imagen”. Gén. 1:27. ¿Puede esa imagen ser una persona sin ningún valor?
La Biblia claramente hace hincapié en lo necesario del respeto de sí mismo. Esto no es egotismo, tampoco quiere decir “primero yo”. Es un paso para darte el valor correcto como hijo de Dios.
Esto significa que eres espiritual, porque Dios, el creador del hombre, es Espíritu. Significa además que no estás solo para hacer las cosas por ti mismo. Tienes recursos ilimitados a los cuales recurrir. “Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo”. Ecl. 2:26.
Tu ser es único. Sin ti, la expresión de Dios de Sí Mismo sería tan incompleta como las matemáticas sin un número tres.
Utilizar la Biblia para descubrir quién eres realmente es como la búsqueda de un tesoro. Y el tesoro que encuentras es la verdad de que tu ser real es una valiosa idea de Dios, el objeto de Su cuidado.
La Biblia por cierto te dice quien eres realmente:
Santa Biblia divinal,
mi tesoro eres tú.
Tú me dices lo que soy,
a qué vine y adónde voy.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 114.
