Quizás no estemos entre rejas, pero muchos de nosotros sabemos lo que es estar en prisión. La prisión puede ser un cuerpo enfermo, una relación humana infeliz, un pecado que esclaviza o circunstancias que creemos no poder gobernar. Algunos de los que estén leyendo esto puede que estén literalmente en una prisión de ladrillos y argamasa por haber cometido un crimen.
Cualquiera que sea la situación, no hay prisión alguna que pueda encerrar la consciencia espiritual de nadie. Siempre hay una salida, aunque a veces el sendero parezca largo y difícil. Y ésta es siempre una libertad que se obtiene dentro de sí mismos, mediante la acción del Cristo sanador, siempre presente, la Verdad.
Sí, a pesar de las apariencias de las circunstancias, la verdadera libertad viene de dentro de nosotros mismos a través de la regeneración espiritual, colocando nuestro pensamiento y conducta sobre una base moral y espiritual.
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