Las promesas divinas que aparecen a lo largo de las Escrituras tienen gran poder, porque cada una de ellas subraya el hecho cristianamente científico de la totalidad de Dios, la supremacía y omnipotencia del bien.
En 2 de Pedro, el apóstol nos asegura que por medio del poder de Dios se nos han dado “preciosas y grandísimas promesas”. 2 Pedro 1:4. Y a lo largo de toda la Biblia se nos asegura que Dios cumple Sus promesas. Sin embargo, se requiere nuestra activa participación para traer a nuestras vidas el poder de esas promesas. El libro de Salmos declara: “Confia en Jehová, y haz el bien... Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”. Salmo 37:3–5.
Consideremos algunas de estas maravillosas promesas y la participación que requiere entendimiento, no meramente creer, y que exige obediencia a los mandamientos de Dios, no meramente profesión de fe.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!