Poco después de haber sido crucificado Cristo Jesús, Pedro y unos cuantos discípulos más decidieron volver a su labor de pescadores. Luego de pasar toda la noche en el mar, no habían pescado ni un sólo pez. Al despuntar la mañana vieron a Jesús en la playa. Al principio no le reconocieron, pero obedecieron sus instrucciones de echar la red a la derecha de la barca. En poco tiempo pescaron más de lo que podían recoger. Al llegar a tierra, Jesús los invitó a comer del pan y del pescado que ya estaban preparados para ellos en la playa. Ver Juan 21:1–13.
Muchas veces antes, los discípulos habían sido testigos de pruebas similares del poder de su Maestro para ayudar y sanar. Él les había enseñado que el Cristo sana. Cuando los discípulos vieron a Jesús en la playa, se reavivó en ellos el deseo de volverse de la materia al Espíritu. Obedecieron las instrucciones divinamente inspiradas de su Maestro. Los resultados fueron instantáneos.
La Sra. Eddy describe este cambio radical: “Convencidos de la infructuosidad de su labor en las tinieblas y despertados por la voz del Maestro, cambiaron sus métodos, se apartaron de las cosas materiales y echaron la red a la derecha”.Ciencia y Salud, pág. 35.
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