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La naturalidad de la abundancia

Del número de septiembre de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Poco después de haber sido crucificado Cristo Jesús, Pedro y unos cuantos discípulos más decidieron volver a su labor de pescadores. Luego de pasar toda la noche en el mar, no habían pescado ni un sólo pez. Al despuntar la mañana vieron a Jesús en la playa. Al principio no le reconocieron, pero obedecieron sus instrucciones de echar la red a la derecha de la barca. En poco tiempo pescaron más de lo que podían recoger. Al llegar a tierra, Jesús los invitó a comer del pan y del pescado que ya estaban preparados para ellos en la playa. Ver Juan 21:1–13.

Muchas veces antes, los discípulos habían sido testigos de pruebas similares del poder de su Maestro para ayudar y sanar. Él les había enseñado que el Cristo sana. Cuando los discípulos vieron a Jesús en la playa, se reavivó en ellos el deseo de volverse de la materia al Espíritu. Obedecieron las instrucciones divinamente inspiradas de su Maestro. Los resultados fueron instantáneos.

La Sra. Eddy describe este cambio radical: “Convencidos de la infructuosidad de su labor en las tinieblas y despertados por la voz del Maestro, cambiaron sus métodos, se apartaron de las cosas materiales y echaron la red a la derecha”.Ciencia y Salud, pág. 35.

Todos nosotros hoy en día estamos dotados de la capacidad para responder a la presencia del Cristo, la Verdad, y apartarnos de los puntos de vista y métodos materiales. El que estemos dispuestos a desafiar el testimonio de los sentidos físicos nos hace receptivos a los mensajes de Dios y abre nuestros ojos a la percepción de Su bondad. A medida que reconocemos que el Amor nos está guiando, nos sentimos compelidos a dar los pasos necesarios. Cediendo a la inteligencia de la Mente divina, encontramos que nuestras necesidades son satisfechas más allá de lo que esperábamos o planeábamos.

Nada existe fuera de la totalidad de Dios. El Dador de todo no conoce escasez, limitación, vacíos, demoras, pérdidas, fracasos, o privaciones. Abundante bien es el ambiente natural de Dios. Usted y yo, como el hombre que refleja el Todo-en-todo divino, vivimos en esta atmósfera de suficiencia.

La Biblia contiene una alegoría en la cual el mal es revelado como una sugestión agresiva. En el Huerto del Edén, la serpiente persuade a Eva de que Dios los había privado, a ella y a Adán, de algo valioso. Eva cree la sugestión, y ella y Adán comen de la fruta prohibida. Pero en vez de ser como dioses, ella y Adán son expulsados de su propio huerto. Ver Gén., cap. 3.

En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy explica que la serpiente simboliza limitación. Su definición de “serpiente” incluye lo siguiente: “... la primera mentira sobre limitación; lo finito; la primera pretensión de que hay algo opuesto al Espíritu o el bien, denominado materia, o mal; el primer engaño de que el error existe como un hecho... La primera pretensión audible de que Dios no era omnipotente y que existía otro poder, llamado el mal que era tan real y eterno como Dios, el bien”.Ciencia y Salud, pág. 594.

En la auténtica y única creación, según está relatada en el primer capítulo del Génesis, Dios, el Espíritu, creó al hombre a Su imagen y semejanza. Le dio dominio sobre todas las cosas. La semejanza de Dios, el hombre, nunca fue privado de bien alguno ni cabía la posibilidad de que lo fuera. Dios estaba infinitamente complacido con Su obra. La Mente perfecta creó al hombre perfecto en un ambiente que era bueno en gran manera. A este hombre perfecto nunca se le ordenaría abandonar Su presencia.

Uno de los propósitos del relato mítico de la creación es el de exponer como una ilusión el concepto igualmente mítico de limitación. Esta ilusión ha llevado a la humanidad a hacer intentos desesperados por acumular más y más dinero. Lamentablemente, el hombre mortal ha cometido la equivocación de equiparar la posesión de dinero con la posesión y el mantenimiento de seguridad y felicidad genuinas.

Hay una forma de liberarse de este falso concepto de vida y sus valores materiales. Tenemos que reconocer que el hombre material — Eva o Adán, como se describe en este relato bíblico — no es el hombre de Dios. Ella (o él) es una invención, un mito de la mente mortal y respecto a ella.

El hombre, creado como reflejo de Dios, nunca ha abandonado la plenitud de la atmósfera del Amor. Nunca ha estado separado de su Padre-Madre para participar en una ilusión. El hombre es incapaz de ser alcanzado por la tentación. Él está eternamente unido al Espíritu, salvo y seguro en el bien abundante.

En Ciencia y Salud se dice lo siguiente de la alegoría: “¿De dónde viene una serpiente que habla y miente, para tentar a los hijos del Amor divino? La serpiente entra en la metáfora sólo como mal. No tenemos nada en el reino animal que represente a la especie descrita — una serpiente que habla — y debiéramos regocijarnos de que el mal, en cualquier forma que se presente, se contradice y no tiene origen ni apoyo en la Verdad ni en el bien. Comprendiendo eso, debiéramos tener fe para combatir todas las pretensiones del mal, porque sabemos que no tienen valor ni son reales”.Ibid., pág. 529.

Una vez que comprendemos la naturaleza ilusoria de la existencia material y limitada, estamos bien encaminados hacia la comprensión de la naturaleza y el origen verdaderos de la provisión. Mientras definamos la abundancia en términos de dinero, nos sentiremos desencantados. La verdadera abundancia es completamente espiritual. Ha de encontrarse en el Espíritu y, como reflejo, en el hombre verdadero. Por lo tanto, el hombre verdadero tiene todo cuanto necesita.

En cierta ocasión, una severa dificultad obligó a mi familia a probar la validez de estas verdades. Durante un período en que las entradas provenientes de mi negocio se tornaron magras y esporádicas, mi esposo inesperadamente se quedó sin trabajo. No nos quedaban recursos de reserva, ya que otros problemas anteriores casi habían agotado nuestros ahorros. Pero desde el comienzo tratamos de obtener un mejor concepto de Dios como nuestro proveedor y renunciar a toda dependencia sutil en el dinero como fuente de provisión.

Comenzamos a comprender que, de acuerdo con la Ciencia, la abundancia era nuestro medio natural, del que no podríamos jamás ser expulsados. En vez de identificarnos con la mortalidad y sus mitos de desempleo, pérdida y carencia, aceptamos la condición espiritual del hombre como reflejo de Dios, que incluía abundancia, dirección y actividad provechosa. La oración diaria, reforzada con un profundo estudio e investigación de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy, junto con la lectura de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, se convirtieron en nuestro deleite y en la única ocupación de mi marido. Todas las sugestiones de limitación (como la charla insidiosa de una serpiente) fueron contrarrestadas con la oración. Vencimos con valentía los pensamientos de fracaso, de desesperación, de que íbamos a ser desalojados de nuestra casa y que perderíamos lo que poseíamos. Nuestras necesidades fueron siempre satisfechas, y en muchas formas inesperadas y maravillosas. Cuando ya no quedaban alimentos en la casa, cuando ya no se podían postergar por un día más las obligaciones apremiantes, se nos tendía una mano amiga, aunque nadie conocía nuestra difícil situación. A medida que nuestra convicción de la abundancia siempre presente de Dios se fue haciendo más real para nosotros, hubo evidencia de una provisión normal. Al igual que los discípulos, experimentamos un cambio total pasando del fracaso al éxito, con inclusión de algunos beneficios adicionales. El cambio fue mucho más grande de lo que habíamos esperado, pero lo más satisfactorio fue la eliminación de la creencia de que el dinero es sinónimo de sustancia y seguridad.

Nos fue demostrado que las cualidades espirituales son la esencia y las riquezas de la identidad del hombre. La sabiduría, el discernimiento, la precisión y la alegría son nuestros verdaderos bienes. Cuanto más los usamos, tanto más se multiplican, y nunca se pueden agotar. Fluyen de Dios hacia nosotros abundantemente.

No es necesario saber de antemano de qué manera las cualidades e ideas espirituales van a satisfacer nuestras necesidades humanas. Se pueden manifestar en forma de una nueva profesión, un ascenso, un regalo o incluso una oportunidad de ayudar a alguien. Pero su carácter tangible y práctico se pone de manifiesto tan pronto como estamos dispuestos a dejarnos guiar por el sentido espiritual. “Buscad la Verdad y seguidla”, escribe la Sra. Eddy. “Deberá costaros algo: estáis dispuestos a pagar por el error y a recibir nada en cambio; más si pagáis el precio de la Verdad, lo recibiréis todo”.Escritos Misceláneos, pág. 342.

La sabiduría de Dios incluye posibilidades infinitas. Ya es tiempo de que aceptemos los copiosos recursos de Su abundancia.

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