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Liberación para los adictos

Del número de septiembre de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En esta era febril, simbolizada por computadoras, comunicaciones vía satélite y vuelos supersónicos, es con frecuencia necesario hacer decisiones rápidas, inteligentes, a fin de superar las dificultades que surgen a diario. Parece, pues, ciertamente lamentable, que precisamente cuando es menester adquirir mayor dominio propio, muchas personas recurren todavía a las drogas, ya se trate de marihuana, cocaína u otras que distorsionan el pensamiento humano.

Cristo Jesús expresó: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10. Pero, ¿se refería acaso Jesús a la existencia mortal, con su materialismo y descontento? ¿No se estaba más bien refiriendo a la Vida que él conocía tan bien: el Espíritu divino, Dios? Cuando se comprende que Dios es la única Vida verdadera del hombre, este conocimiento trae a nuestra experiencia paz, gozo, salud y armonía en abundancia. La habilidad de Jesús para ver a través de las falsas sugestiones del sentido mortal le permitía mantener una clara perspectiva de la tarea que tenía por delante.

Durante la tentación en el desierto, Jesús desechó rápidamente las sugestiones mundanas de Satanás. Ver Mateo 4:1–11. Por medio del poder del Espíritu divino le fue posible probar su dominio sobre las vanas promesas de que el materialismo podría aportar satisfacción.

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