La mayoría de los padres en todas partes cuidan con gran dedicación a sus hijos. Harían cualquier cosa por la felicidad de ellos. También quieren tenerlos a salvo. Ya sea que nuestros hijos sean pequeños y que apenas estén aprendiendo a cruzar la calle solos, o adolescentes y que empiecen a encontrarse con las relumbrantes tentaciones del mundo, o adultos que se vean ante la difícil decisión de emprender una carrera, el deseo de los padres sigue siendo el mismo. Queremos protegerlos sin intervenir obstinadamente en su vida. ¿Cómo podemos lograrlo?
La Ciencia Cristiana tiene manera maravillosamente tranquilizadora de mostrarnos cómo fortalecer nuestro deseo de ayudar a nuestros hijos debidamente. Podemos aprender a amarlos metafísica mente mediante la oración espiritualmente científica.
El orar por nuestros hijos jamás quiere decir que ignoremos las responsabilidades propias de un padre o madre de cuidar, de manera sabia y práctica, de la salud y seguridad de ellos hasta que lleguen a la edad madura, sino que la oración nos da la satisfacción de saber que podemos confiar en el amor de Dios para que nos guíe a hacer decisiones acertadas respecto a nuestros hijos. Y la oración es la manera consoladora en que podemos continuar amando a nuestros hijos cuando sean mayores.
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