Si sólo una persona está desocupada puede presentarse un problema, especialmente si esa persona es usted.
Si el diez por ciento de la población de un país está desocupada, el problema puede ser causa de gran inquietud.
¡Imaginemos que el cien por ciento de la población esté desocupada por un largo tiempo! ¿Podría sobrevivir esa población?
Consideremos la experiencia de los israelitas que siguieron a Moisés huyendo del cautiverio en Egipto. En cierto sentido, todos estaban sin empleo — nómadas aunque no por naturaleza o elección —, errantes en un desierto durante cuarenta años. El grupo no solamente sobrevivió, sino que la lección aprendida por los israelitas finalmente sirvió para que el mundo avanzara hacia nuevas alturas en la comprensión de las leyes de Dios. El libro de Nehemías cuenta de la solicitud de Dios para con Sus hijos durante el éxodo: “Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, Y no retiraste tu maná de su boca, Y agua les diste para su sed. Los sustentaste cuarenta años en el desierto; de ninguna cosa tuvieron necesidad”. Neh. 9:20, 21.
Cristo Jesús comprendió y demostró el poder divino que sustentó a los israelitas. Cristo Jesús era un hombre práctico: se alimentaba, se vestía y pagaba sus impuestos. Sin embargo, recomendó un enfoque verdaderamente radical a fin de asegurar nuestro bienestar cuando dijo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” Aseguró a quienes lo escuchaban que no estaba sugiriendo que ignoraran estas necesidades: “.. . vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas”. Entonces, ¿qué debemos hacer para satisfacer nuestras necesidades y las de nuestra familia? “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Mateo 6:31–33. fue el sabio consejo de Jesús.
Esta “búsqueda” constituye el verdadero empleo, práctico e imperativo. El Cristo todavía nos insta a tomarlo. Poco antes, Jesús había dicho al pueblo: “No os hagáis tesoros en la tierra,.. . sino haceos tesoros en el cielo”. Mateo 6:19, 20.
Es cierto que las estadísticas de desempleo hablan de empleos basados en la acumulación de tesoros en la tierra. Pero si contáramos a los que no están activa y permanentemente empleados en buscar los tesoros en el cielo, las cifras de “desempleo” podrían ser mucho mayores.
¿Cuál de estos problemas de desempleo debería, pues, tener mayor prioridad para nosotros, el que Jesús señaló o el que el mundo estima? Aunque es cierto que el empleo humano es necesario y legítimo, ¿acaso no es posible que la humanidad tenga dificultad en atender a sus necesidades porque son muy pocos los que activamente buscan el reino de Dios y Su justicia?
¿Cuál es el fundamento de esta asombrosa directiva de Jesús? ¿Estaba predicando acerca de un Dios con una personalidad antropomórfica y un ego tan insensible que privaría a Sus propios hijos de lo necesario en la vida si no temblaban ante Él? ¡En absoluto! Lo que Jesús enseñaba era supremamente racional y beneficioso.
Hay que aceptar la definición de la vida que Jesús formuló, para comprender la lógica de sus afirmaciones. Jesús dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3.
Por lo tanto, como la vida es conocer a Dios y al hombre verdadero, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, de ello se deduce que nuestro empleo verdadero y remunerado se encuentra en buscar este conocimiento.
Adquirir este entendimiento — buscar el reino de Dios y Su justicia — no es tarea fácil. Para aprender música, se requiere no sólo un estudio diligente de la partitura, sino también una práctica paciente y persistente, y lo mismo se necesita para aprender a conocer a Dios y al hombre. Tenemos que estudiar con diligencia las palabras y las obras de Jesús — estudiar a fondo, meditar cuidadosamente, razonar correctamente y escuchar con humildad — a fin de comprender su significado verdadero y espiritual. Pero eso no es todo. Tenemos que practicar lo que vamos descubriendo, asegurándonos de que la vida que vivimos se conforme más y con mayor precisión a las verdades espirituales que aprendemos.
A medida que nuestros móviles y acciones adquieran mayor desinterés y pureza, a medida que veamos con más claridad al hombre perfecto que Dios creó, en vez de ver personalidades, opiniones obstinadas y deseos egoístas, nos pondremos en armonía con Dios, con las leyes del ser verdadero. Y, consecuentemente, nuestras necesidades humanas se verán satisfechas.
Sin embargo, cabe destacar un punto importante: escuchar. Para conocer a Dios, tenemos que escucharlo. Sólo Él puede decirnos quién es, qué plan tiene para nosotros y qué debemos hacer en materia de empleo. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy provee la clave para escuchar a Dios: “El Espíritu, Dios, se oye cuando los sentidos guardan silencio”.Ciencia y Salud, pág. 89.
Una actividad esencial del verdadero empleo es, pues, silenciar los sentidos: rechazar con vigor lo que el testimonio de los sentidos materiales nos dice acerca de la carencia, la confusión, el miedo o la injusticia. Al silenciar los sentidos materiales dejamos lugar en nuestro pensamiento para que sea escuchada la Mente divina. Y los mensajes de la Mente divina satisfacen nuestras necesidades. Como dijo el Salmista: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos”. Salmo 91:11.
Lo que brota de un piano expresa el pensamiento del pianista; igualmente lo que está en nuestro pensamiento finalmente se proyectará en nuestra vida. De esta manera la Ciencia Cristiana explica cómo los ángeles que aceptamos, cuidan de nuestra vida. En Ciencia y Salud se afirma: “El Espíritu es simbolizado por la fuerza, la presencia y el poder y también por pensamientos sagrados, con alas de Amor. Esos ángeles de Su presencia, los cuales tienen el encargo más sagrado, abundan en la atmósfera espiritual de la Mente y, por consiguiente, reproducen sus propias características”.Ciencia y Salud, pág. 512.
El secreto de la supervivencia de los israelitas en el desierto es que no estaban tan desocupados como hacen pensar las estadísticas. Algunos de ellos por lo menos estaban muy ocupados en adquirir un nuevo y más elevado conocimiento de Dios. Ciertamente, muchos se quejaban, pero otros estaban empleando la fe, la confianza y la obediencia para seguir esta avanzada manifestación del poder y la presencia de Dios.
Esta época exige una búsqueda más intensa para obtener un conocimiento más elevado de Dios y del hombre real hecho a Su imagen. Sin embargo, Dios exige progreso; no debemos esperar. Las reglas han sido establecidas y se ha dado amplia prueba de su corrección. Nuestra tarea es aplicarlas.
Aun cuando el mundo no parezca estar de acuerdo con este enfoque del empleo, los que están conscientes del trabajo que hay que hacer, y lo hacen, se convierten en soldados de Cristo a la cabeza de una columna: sus decisiones correctas y su verdadero progreso hacia la meta de la divinidad allanan el camino de los demás.
Las preguntas que debemos formular son las siguientes: “¿Puedo obtener empleo? ¿Estoy dispuesto a emprender el estudio disciplinado y consagrado de la Biblia y de Ciencia y Salud? ¿Estoy dispuesto a dejar de lado las nociones preconcebidas y a aceptar las ideas nuevas (ángeles) que Dios provee? ¿Estoy dispuesto a dejar que actitudes mejores y un estilo de vida más elevado — más ordenado, desinteresado, puro y afectuoso — surjan de este esfuerzo?”
Si la respuesta es afirmativa, ¡felicitaciones por su nuevo empleo! Esté seguro de que Dios le remunerará bien.
