Nuestros ingresos son
la afluente percepción
de la Verdad y el Amor.
Proceden
directamente de Dios,
por medio de la oración,
y no tienen
limitación ni impuestos.
Lo que es de Él
es nuestro,
aquí y ahora.
Nos pertenece
eternamente,
y sólo puede crecer
inmensurablemente.
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