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DOMINIO en época de exámenes

Del número de octubre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La tensión en época de exámenes puede ser superada. En la Ciencia Cristiana aprendemos que Dios, la Mente omnipotente, nos da seguridad e inteligencia. No estamos separados de estas cualidades, de modo que no tenemos que luchar para conseguirlas. El hombre es el reflejo de Dios, y está en el punto mismo del dominio y de las aptitudes perfectas. La Biblia nos asegura: “No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. 2 Tim. 1:7.

Podemos depositar toda nuestra confianza en Dios, la Mente divina, porque es la fuente de la inteligencia infalible. En la Mente no puede haber tensión ni presión ni temor al olvido. La inteligencia divina nunca está apresurada, nunca está ansiosa, sino que siempre está desarrollando las ideas correctas. A medida que en calma y quietud prestamos atención a este desarrollo, encontramos las respuestas a nuestras necesidades humanas.

El saber que hay una sola Mente nos libera de la creencia en que hay una habilidad mental y personal con sus correspondientes sentimientos de falta de aptitud, limitación, o temor de no estar debidamente preparados. Como hombre espiritual, reflejamos la única Mente que lo sabe y comprende todo. El hombre no depende de adivinazas, y no puede ser confundido ni percibir la verdad vagamente. Por lo tanto, podemos retener información en la medida que sea necesario. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El Espíritu es el Ego que jamás sueña, sino que comprende todas las cosas; que jamás yerra y que siempre está consciente; que jamás cree, sino que sabe; que jamás nace y jamás muere. El hombre espiritual es la semejanza de ese Ego”.Ciencia y Salud, pág. 250.

La inteligencia es una cualidad otorgada por Dios y no está limitada. Ciencia y Salud indica: “Inteligencia es omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia”.Ibid., pág. 469. En consecuencia, la inteligencia debe ser el único poder y presencia verdaderos que está operando en el recinto de exámenes. La inteligencia es el único poder y la única presencia que opera en todo momento, incluso en los períodos en que nos estamos preparando para un examen.

Los fracasos pasados no tienen por qué limitarnos o programarnos para fallar. Como reflejo de la inteligencia divina, el hombre posee sabiduría, comprensión, percepción y claridad de pensamiento, y estas cualidades son nuestras para demostrarlas aquí y ahora. Podemos dejar de lado cualquier historial anterior sobre un desempeño pobre percibiendo que eso no es más que la contrahechura de nuestra verdadera historia espiritual como reflejo inteligente de Dios.

No es erróneo orar por sabiduría. Tal oración reconoce que Dios es la fuente de toda guía y dirección infalibles. Dios es la fuente de la inteligencia necesaria para un criterio sólido y un razonamiento claro; y en la medida en que reconocemos que Él es el origen de todo conocimiento y aptitud verdaderos, expresamos lo que necesitamos saber. La Biblia nos dice que Dios se agradó de la oración del rey Salomón pidiendo sabiduría, y ésta le fue otorgada. Esta sabiduría dada por Dios permitió a Salomón juzgar a las dos rameras que se disputaban la identidad de un hijo recién nacido, y su sabiduría fue reconocida. Ver 1 Reyes 3:9–12, 16–28.

Cristo Jesús reconoció su unidad con Dios, y, debido a eso, pudo demostrar gran inteligencia y responder a las preguntas de los doctores de la ley a la temprana edad de doce años. Más adelante, exhibió una notable valentía al responder a las preguntas que le hacían sus adversarios. Cuando los fariseos trataron de confundirlo con la cuestión de los tributos, Jesús dijo: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”. El relato de Mateo continúa así: “Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron”. Mateo 22:21, 22. Ningún intento sutil para atraparlo pudo confundir al Maestro o tomarlo desprevenido. Él sabía que la Mente divina era su única inteligencia.

Ya sea que se trate de un rumor o que sea un hecho que algunos exámenes están preparados para confundir, para sorprender al desprevenido o para suspender a cierto número de alumnos, podemos confiar en que a la Mente divina nunca se le puede tomar desprevenida. Al saber que el hombre es el reflejo de la Mente, estamos preparados para hacer frente a cualquier obstáculo.

Mientras me preparaba para varios exámenes con el fin de recibir mi licenciatura, una serie de argumentos me acosaban en forma persistente. Uno era: “¿Cómo podré hacer para repasar todo lo que se estudió durante un curso que duró año y medio?” Oré para saber que la inteligencia divina — mi inteligencia — es amplia y penetrante; que, por lo tanto, yo tenía la capacidad para ver todo el cuadro en perspectiva, repasar todo el material de lectura y recordar los detalles importantes. Otro argumento era: “No hay tiempo suficiente para prepararse mientras se debe también asistir a clases y trabajar en jornada completa”. Comencé a darme cuenta de que toda la bondad de Dios está disponible de inmediato, sin depender del tiempo. Pude silenciar el temor poniendo toda mi confianza en la guía de Dios.

Durante el examen, organicé mis pensamientos y utilicé con sabiduría el material que había repasado para responder a las preguntas. La seguridad de que la Mente está siempre presente me permitió responder en forma coherente y dentro del tiempo asignado. Aprobé los tres exámenes, incluso uno que tomó un profesor que tiene la reputación de hacer preguntas complicadas. Fue una experiencia memorable en mi aprendizaje de confiar en la eterna presencia de la inteligencia divina.

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