La tensión en época de exámenes puede ser superada. En la Ciencia Cristiana aprendemos que Dios, la Mente omnipotente, nos da seguridad e inteligencia. No estamos separados de estas cualidades, de modo que no tenemos que luchar para conseguirlas. El hombre es el reflejo de Dios, y está en el punto mismo del dominio y de las aptitudes perfectas. La Biblia nos asegura: “No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. 2 Tim. 1:7.
Podemos depositar toda nuestra confianza en Dios, la Mente divina, porque es la fuente de la inteligencia infalible. En la Mente no puede haber tensión ni presión ni temor al olvido. La inteligencia divina nunca está apresurada, nunca está ansiosa, sino que siempre está desarrollando las ideas correctas. A medida que en calma y quietud prestamos atención a este desarrollo, encontramos las respuestas a nuestras necesidades humanas.
El saber que hay una sola Mente nos libera de la creencia en que hay una habilidad mental y personal con sus correspondientes sentimientos de falta de aptitud, limitación, o temor de no estar debidamente preparados. Como hombre espiritual, reflejamos la única Mente que lo sabe y comprende todo. El hombre no depende de adivinazas, y no puede ser confundido ni percibir la verdad vagamente. Por lo tanto, podemos retener información en la medida que sea necesario. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El Espíritu es el Ego que jamás sueña, sino que comprende todas las cosas; que jamás yerra y que siempre está consciente; que jamás cree, sino que sabe; que jamás nace y jamás muere. El hombre espiritual es la semejanza de ese Ego”.Ciencia y Salud, pág. 250.
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