La Sra. Eddy fue especialmente experta en el uso de preguntas y respuestas en sus enseñanzas. Desarrolló esta habilidad en gran parte debido a su propio progreso espiritual, y nosotros podemos hacer lo mismo siguiendo el modelo a la semejanza del Cristo, modelo que con tanto éxito ella siguió. (El uso de preguntas y respuestas empleado por Cristo Jesús, y lo establecido por la Sra. Eddy en el Manual de La Iglesia Madre de seguir este método de enseñanza, han sido abordados en el artículo anterior de esta serie.)
En el libro intitulado We Knew Mary Baker Eddy, publicado por La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, hay muchos ejemplos de la clase de preguntas que ella hacía. Un biógrafo dice que en su última clase la Sra. Eddy hizo a cada alumno la siguiente profunda, pero simple pregunta: “¿Qué es Dios para usted?” Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), pág. 89. Además, tenemos acceso inmediato a su libro de clase, el capítulo intitulado “Recapitulación” en Ciencia y Salud, el cual consiste de penetrantes preguntas y completas respuestas.
En contestación a una pregunta formulada por el Movimiento acerca del material de enseñanza en la Escuela Dominical, uno de los miembros del hogar de la Sra. Eddy escribió una carta de la cual se ha extractado la siguiente cita. La carta, según los Archivos de La Iglesia Madre, fue dictada en parte por la Sra. Eddy, y fue leída y aprobada por ella. El texto dice:
“En respuesta a su carta,.. . usted puede enseñar a los niños de la Escuela Dominical cualquier cosa de las Escrituras o de la Ciencia Cristiana que ellos puedan comprender. Su autoridad para esto es el Artículo XX, Sec. 2 del Manual. La Sección 3 explica cómo empezar, o más bien dicho, qué se les debe enseñar primero. Después de esto, usted les puede enseñar cualquier cosa que sea Ciencia Cristiana absoluta, presentada de la manera más simple posible, o, en otras palabras, adapte lo que usted enseñe a una clase juvenil. Las lecciones del Cuaderno Trimestral generalmente contienen buen material para este trabajo. Un maestro de la Escuela Dominical debe ser gobernado por la sabiduría, y enseñar a los niños de la Escuela Dominical en la misma forma en que enseñaría a sus propios hijos, si los tuviera”.
Esta carta confirma la sencillez de la instrucción expuesta en el Artículo XX; no obstante, presenta una amplia serie de posibilidades. No hay nada en la experiencia del alumno que no pueda ser favorablemente elevado por la forma de enseñanza que nuestra Guía esperaba, y ella nos ha dado toda la Biblia y Ciencia Cristiana a las cuales recurrir, incluso, por supuesto, sus propios escritos. En el Manual de la Iglesia, el Artículo IV, Sección 1, especifica los libros de texto que se usan para la enseñanza y práctica de Ciencia Cristiana. Esto debiera ser suficiente para enriquecer con animadas y sustanciales clases todos los años que se pasen en la Escuela Dominical .
No obstante, la amplitud misma que provee este Estatuto del Manual puede parecerle abrumador al maestro. Así volvemos a la misma pregunta: ¿Cómo podemos estar seguros de que cada niño reciba la amplitud y profundidad de enseñanza que merece recibir?
Es un hecho tranquilizador saber que los veintiséis temas de las Lecciones Bíblicas, que se repiten dos veces al año, constituyen una visión completa de la Ciencia Cristiana. Ningún sistema de enseñanza publicado o planeado para la Escuela Dominical podría jamás llegar a proveer una visión tan completa de nuestra religión como lo hacen estos temas. A pesar de que la clase no está restringida a citas de las Lecciones Bíblicas, es evidente que estas lecciones realmente proveen una fuente progresiva del material de enseñanza que mantiene la unidad y el orden simple de la Ciencia misma. Es la capacidad para poner en práctica simples verdades, más bien que un conocimiento extenso de la letra, lo que forma a un verdadero Científico Cristiano.
La Sra. Eddy dio gran importancia a las Lecciones Bíblicas como “medio educativo”. Acerca de lo que hoy en día se llama “Comité de Lecciones Bíblicas”, nos dice: “El Comité de las Lecciones para la Escuela Dominical, por mucho tiempo y atención que dedique a su tarea, nunca será demasiado, y no debiera escatimar la investigación al preparar el Cuaderno Trimestral como medio educativo”.Escritos Misceláneos, pág. 114.
Por lo tanto, la estructura que provee la Lección Bíblica aporta unidad a las enseñanzas de la Escuela Dominical, especialmente en vista de la importancia que da el Manual a la lectura del Tema, del Texto Áureo y de la Lectura Alternativa todos los domingos antes de empezar la enseñanza en clase (ver pág. 127). Dondequiera que exista una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, existe la inspiración total y completa de la Ciencia divina, lista para alcanzar el pensamiento receptivo de cada alumno y maestro, y enseñarles a ambos lo que sea necesario para esa semana. Aun cuando la enseñanza requiere una edificación paciente, paso a paso, —“mandato sobre mandato, renglón tras renglón.. . un poquito allí, otro poquito allá”— Isa. 28:10. tanto el alumno como el maestro están explorando y practicando una Ciencia completa que tiene el pleno poder de la cabal revelación divina que apoya cada aspecto de esta Ciencia.
¡Qué pensamiento más alentador! En medio de los desafíos que presentan el traslado de familias, horarios variables, inevitables ausencias de los profesores, o cualquier otra forma de desafío, los niños pueden siempre sentirse bienvenidos en cualquier clase, y participar en ella sin restricciones. Lo que nuestra Guía proveyó para la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en el Artículo XX, sus esmeradas y flexibles estipulaciones para el contenido y la continuidad de la enseñanza, nos guían permanentemente para ayudar a la juventud a obtener un conocimiento práctico de la Ciencia Cristiana.
El tema de la Lección Bíblica puede que no sea necesariamente el tema específico de discusión durante cada clase, pero siempre provee un contexto y estructura espirituales que apoyan cualquier hilo de pensamiento que necesite ser desarrollado ese día. Las grandes verdades acerca de Dios, del Cristo, del hombre y del universo; la relación que existe entre ellos en la Ciencia; la naturaleza espiritual de la realidad; la irrealidad del mal; las profundas bases cristianas para la curación y salvación; las reglas de la Ciencia Cristiana; importantes temas teológicos, todo ello ofrece temas suficientemente amplios como para cubrir lo esencial de nuestras enseñanzas, y, sin embargo, también llegan al corazón individual para sanar sus heridas y temores.
La poderosa superestructura de la Ciencia divina, edificada sobre la sólida base de la ley moral y espiritual, ya se halla al alcance de cada alumno y maestro; de ahí, la capacidad para demostrarla. Nuestra Guía escribe: “La Verdad ha provisto la llave del reino, y con esa llave la Ciencia Cristiana ha abierto la puerta de la comprensión humana”. Más adelante añade: “Las enseñanzas comunes son materiales y no espirituales. La Ciencia Cristiana enseña sólo lo que es espiritual y divino, y no lo que es humano”.Ciencia y Salud, pág. 99.
Nuestra enseñanza y nuestro asiduo aprendizaje con estos jóvenes discípulos, son señales de que estamos progresando en nuestro crecimiento espiritual. De esta manera, ayudamos a guiar a los alumnos a hacerse miembros de la iglesia, a tomar instrucción en clase Primaria, y a llevar vidas rebosantes de curaciones y de servicio a la humanidad.
