Un artículo de una serie que ilustra cómo el apoyo a la iglesia y el aprovechar sus actividades bendice a las familias.
Si miramos a nuestra familia en la actualidad y nos remontamos a la época en que nuestros hijos estaban creciendo, es fácil ver que la iglesia y sus actividades verdaderamente nos han bendecido y unido.
Mi esposa y yo siempre hemos pensado que una comprensión de la Ciencia Cristiana, juntamente con el amor por la iglesia, es la herencia más valiosa que podemos dejar a nuestros hijos. Sabíamos que tan sólo con nuestro esfuerzo no lo lograríamos, pero nos dimos cuenta de que el Cristo podía hacer a nuestros hijos Científicos Cristianos, en algún momento y de alguna manera. Lentamente fuimos viendo con claridad que nuestra tarea consistía en mantener en nuestro pensamiento, tanto en los tiempos buenos como en los malos, el concepto de la identidad espiritual de nuestros hijos. Les dimos la oportunidad de investigar la Ciencia Cristiana por sí mismos y demostrarla en su propia vida. Encontramos las herramientas para llevar a cabo esta tarea en los distintos canales de la iglesia: la Escuela Dominical, la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, las publicaciones periódicas y demás.
Durante la época en que nuestros hijos crecían, había una fuerte tendencia en la sociedad a la tolerancia por parte de los padres. Mediante una serie de pruebas, aprendimos que cierto grado de disciplina representaba realmente el verdadero amor por nuestros hijos. Por eso, de la misma manera que los mandábamos a la escuela por su propio bien, insistimos calmadamente en que también debían asistir a la Escuela Dominical mientras vivieran en nuestro hogar.
Este paso no siempre fue fácil. Hubo momentos en que tuvimos que orar constantemente para que se restableciera la armonía en la familia. Pero la comprensión persistente de la identidad espiritual actual de nuestros hijos, precisamente frente a la evidencia contraria, fue primordial en nuestro trabajo. Nos aferramos lo mejor que pudimos al hecho de que nuestros hijos, en sus identidades verdaderas, no pasaban por etapas corpóreas para alcanzar la madurez y la inteligencia. Insistimos en que eran, en ese mismo momento, lo que la Sra. Eddy revela que son cuando escribe: “Niños. Los pensamientos y representantes espirituales de la Vida, la Verdad y el Amor”.Ciencia y Salud, pág. 582. Sabíamos que eran los pensamientos de Dios en madurez, no en algún estado intermedio. Mantener esta comprensión a menudo fue un desafío, pero también fue la base que trajo la armonía familiar duradera y un gran progreso espiritual.
Uno de los resultados más provechosos en este devoto trabajo fue una tarea familiar para trabajar con la Lección-Sermón. Generalmente cada uno de los pequeños tenía que hacer una sección de la lección y luego elegir una o dos frases que tuvieran un significado especial para él o para ella. Se turnaban para comentar lo que habían elegido, y decían por qué habían escogido ciertas citas y lo que creían que era el significado. Puesto que los alentábamos a entender todo lo que leían, llegaron a valorar la completa lógica que tiene la Ciencia Cristiana. Por eso no se sintieron forzados a aceptar algo que no entendían. Al final de la semana, estaban bien preparados para la Escuela Dominical, la que de esa manera se hacía más interesante y productiva. La resistencia a la Escuela Dominical se redujo. Y probablemente lo mejor de todo fue que pudimos intercambiar ideas sobre la aplicación práctica de la Ciencia Cristiana en sus problemas diarios, y ellos pudieron ver a la Ciencia operar en su propia experiencia. Tuvieron curaciones físicas y también recibieron otras bendiciones.
En una ocasión habíamos estado hablando sobre el hecho de que debido a que Dios es todo-acción y enteramente bueno, nunca podíamos llegar al punto en que fuera demasiado tarde para demostrar la totalidad del bien. En un evento deportivo el tiempo de duración determinado puede acabarse y ser demasiado tarde para ganar; pero jamás es demasiado tarde para alcanzar el bien espiritual. Dado que la Ciencia Cristiana prueba que el mal nunca existe, nunca es demasiado tarde para probar que el mal jamás tuvo lugar. Por esta razón podemos quitar los aparentes efectos de un acontecimiento malo en el pasado. A los pocos días, nuestro hijo llegó a casa y dijo que tenía un caso en el que era demasiado tarde. Había sacado una calificación insuficiente en una prueba escrita para la que había estado orando; esto iba a arruinar su excelente promedio, y no había nada que se pudiera hacer al respecto. Lo convencí de que en una situación como esa nunca tenía que darse por vencido, sino que debía orar con más ahínco. Y eso hizo.
A la semana siguiente nos comunicó que la maestra había decidido que esa prueba no había sido justa y que no iba a afectar la calificación de nadie. Así, nuestro hijo tuvo una demostración más del poder sanador de la Ciencia Cristiana.
La Sra. Eddy nos dice que la prosperidad de la Ciencia Cristiana depende en gran parte de la Lección-Sermón. Ver Manual de La Iglesia Madre, Art. III, Sec. 1. Por eso no es de sorprenderse que nuestro estudio de ella haya ocupado una parte importante para promover la armonía y la prosperidad espiritual en nuestra familia. La comprensión que obtuvieron nuestros hijos de este estudio no puede perderse nunca. Y es consolador saber que hoy son activos Científicos Cristianos y buenos ciudadanos.
Bueno, tal vez no sea posible que todas las familias hagan comentarios diariamente acerca de la Lección-Sermón, o que esto satisfaga sus necesidades específicas. Pero nuestra familia lo necesitaba, y nos dio una base sólida para trabajar juntos, un compartir que todavía continúa. Cualesquiera que sean las condiciones familiares que enfrentamos, debido a que el Amor divino responde a toda necesidad, podemos estar seguros de que la oración persistente proporcionará un medio para unir a la familia de acuerdo con la ley de la armonía de Dios. Y esto demuestra al mismo tiempo la idea espiritual de lo que es la Iglesia. Ver Ciencia y Salud, pág. 583. (El autor solicitó que no se publicara su nombre.)
Lo que la Ciencia Cristiana significa para mí
Los niños a menudo dan respuestas claras y sinceras a las preguntas que los adultos hallan difíciles de contestar con sencillez. Nos sentimos animados por las respuestas directas que una clase de sexto grado en la Escuela Dominical dio a la pregunta de su maestra: “¿Qué significa la Ciencia Cristiana para ti?”
• “Me encanta saber que Dios está exactamente donde yo estoy, listo para ayudarme. Y ¡con Dios no es necesario concertar una entrevista! La Ciencia Cristiana hace que nuestra familia sea feliz. Estoy muy contento de ser Científico Cristiano”.
• “La Ciencia Cristiana me dice que Dios es la única causa. Y no se trata meramente de asistir a la Escuela Dominical; es tratar de vivirla en todo momento y de ayudar a los demás”.
• “La Ciencia Cristiana era antes para mí meramente una religión que mi amiga estudiaba, pero pensé que la probaría, ¡y me interesó! Empecé a escuchar y a hacer preguntas”.
• “Ciencia y Salud me ayuda a entender la Biblia, y estoy agradecido de que la Sra. Eddy escribiera su libro. Sé que puedo confiar en Dios para la curación. Él está en la escuela y en todas partes”.
• “La Ciencia Cristiana es un mundo para aprender, orar, sanar, investigar, conocer, ayudar. Gracias a ella siento el más maravilloso sentimiento de ternura y de amor en lo profundo de mi ser”.
• “Si tengo dificultades con un examen en la escuela, simplemente me detengo por un minuto y sé que Dios es mi Mente. Uso el conocimiento que Él me da. Estoy agradecido por eso”.
• “La Ciencia Cristiana no dice que una persona es mala, o que es pasable y que tiene que esforzarse por ser mejor. La Ciencia Cristiana dice que somos perfectos, y ¡nada puede jamás cambiar eso! ¡Esto me hace sentir realmente bien!”
[Extractos compilados de la sección “The Church in Action” del The Christian Science Journal.]
