Un artículo de una serie que ilustra cómo el apoyo a la iglesia y el aprovechar sus actividades bendice a las familias.
Si miramos a nuestra familia en la actualidad y nos remontamos a la época en que nuestros hijos estaban creciendo, es fácil ver que la iglesia y sus actividades verdaderamente nos han bendecido y unido.
Mi esposa y yo siempre hemos pensado que una comprensión de la Ciencia Cristiana, juntamente con el amor por la iglesia, es la herencia más valiosa que podemos dejar a nuestros hijos. Sabíamos que tan sólo con nuestro esfuerzo no lo lograríamos, pero nos dimos cuenta de que el Cristo podía hacer a nuestros hijos Científicos Cristianos, en algún momento y de alguna manera. Lentamente fuimos viendo con claridad que nuestra tarea consistía en mantener en nuestro pensamiento, tanto en los tiempos buenos como en los malos, el concepto de la identidad espiritual de nuestros hijos. Les dimos la oportunidad de investigar la Ciencia Cristiana por sí mismos y demostrarla en su propia vida. Encontramos las herramientas para llevar a cabo esta tarea en los distintos canales de la iglesia: la Escuela Dominical, la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, las publicaciones periódicas y demás.
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