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Algunas ideas sobre la instrucción en clase

Del número de febrero de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el pozo de Jacob, en breves palabras de maravillosa simplicidad, Cristo Jesús le dijo mucho a la mujer samaritana acerca de la comprensión de Dios, la Verdad. Dejó en claro que tal comprensión es un poder viviente, infalible para vivificar, que mana en nuestras vidas al igual que una vertiente inagotable. Lo explicó así: “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4: 14.

La Verdad infinita, comprendida en su Ciencia, es el tema más interesante en la tierra — esencial, expansivo, sanador, redentor — algo que no es sólo para pensar, sino para vivirse. La Verdad realmente practicada es tan sostenedora y vivificante, tan liberadora e infalible, como la pura esencia de la Vida misma.

En la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), el propósito de la instrucción en clase no es sólo el capacitar al alumno para comprender la Verdad, sino para que realmente la viva. Uno obtiene la sustancia de la Verdad solamente viviéndola. Y al vivirla y comprobarla en la demostración, encontramos que la Verdad está siempre renovándose en nosotros, siempre desarrollando su significado. Es por esto que la sustancia de la instrucción en clase no está de ninguna manera limitada a la duración de la clase, ni es algo que después se hace a un lado; en las palabras del Maestro, es “una fuente de agua que salte para vida eterna”.

No debiera abrigarse ningún sentido de misterio acerca de la instrucción en clase. Ésta es una profunda experiencia personal, tranquila y devota porque trata de nuestros más hondos interrogantes acerca de Dios, del hombre, de la individualidad y del significado de nuestro propio ser. De ninguna manera es asunto de considerar al maestro como si fuera un “brahmán” o como una fuente personal y humana de sabiduría e inspiración. Estas cualidades espirituales llegan por medio del progreso y de la revelación que la Verdad promueve. La Ciencia de las enseñanzas de Cristo se halla en la Biblia, especialmente en las explicaciones y preceptos del Maestro, y en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy; y el papel del maestro es mostrar esto al alumno y ayudarlo a hacer suya más cabalmente esta Ciencia revelada. La estructura o el bosquejo para la clase es el magníficamente condensado y comprensivo capítulo intitulado “Recapitulación” en Ciencia y Salud: una exposición ordenada, progresiva y profunda de los puntos principales de las enseñanzas y curaciones en la práctica de la Ciencia del cristianismo.

Con estos libros básicos, libremente al alcance de cada alumno, ¿cuál es el valor especial de tomar instrucción en clase? Una importante respuesta la hallamos en estas palabras de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “La Ciencia divina enseñada en el lenguaje original de la Biblia vino por inspiración, y se necesita inspiración para entenderlaCiencia y Salud, pág. 319. (la letra bastardilla es un agregado). Hay significados profundos en las grandes verdades contenidas en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy; diferentes facetas de la importancia de estas verdades; ilimitadas nuevas percepciones para derivar de ellas. Bajo la dirección de un maestro autorizado, la instrucción en clase — la incomparable experiencia de dedicar dos completas y absorbentes semanas al inspirado estudio de la Ciencia de Dios y del hombre — proporciona una oportunidad inolvidable para ahondar en estos tesoros de comprensión espiritual y practicar su desenvolvimiento en forma sistemática.

La palabra “sistemática” nos lleva a considerar un segundo propósito para la instrucción en clase. La Sra. Eddy dice: “La experiencia me ha enseñado que las reglas de la Ciencia Cristiana se pueden adquirir mucho más cabal y fácilmente de quienes están bien establecidos y son sistemáticos, que de esfuerzos inconstantes y espasmódicos. Los Científicos Cristianos genuinos son, o debieran ser, la gente más sistemática y cumplidora de las leyes, de todo el mundo, porque su religión exige implícita adhesión a reglas fijas, en su ordenada demostración”.Retrospección e Introspección, pág. 87.

Las verdades metafísicas enseñadas y demostradas por Cristo Jesús, y elucidadas de una manera práctica en la Ciencia Cristiana, son necesariamente sistemáticas porque son demostrables. Para ser demostradas, necesitan ser comprendidas con lógica y claridad, con exactitud y coherencia. La verdad espiritual misma es inherentemente clara, exacta, ordenada; y, al mismo tiempo, espontánea, sublime e inspiradora, y a menudo se la percibe intuitivamente.

¿Es la instrucción en clase una exigencia demasiado grande para todos excepto para aquellos Científicos Cristianos de más experiencia? La Sra. Eddy la designó “clase Primaria”.Manual de La Iglesia Madre, Art. XXVII, Sec. 3. El verdadero deseo de comprender a Dios, junto con un sentido de honestidad, sinceridad, receptividad, y docilidad para aprender, es de vital importancia. Se requiere estar familiarizado con la Biblia y con los escritos de la Sra. Eddy; en verdad, se necesita un estudio sistemático de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana así como un sincero esfuerzo para ponerlas en práctica. El propósito de la clase es el de ahondar en el alumno la percepción de las profundas y transformadoras verdades de la Ciencia y equiparlo con la comprensión práctica necesaria para demostrar estas verdades con éxito. A aquellos que han tomado clase, la reunión anual de la asociación les provee de un día para repasar las enseñanzas y su aplicación a las necesidades diarias, así como también incentivo, inspiración y fortaleza espiritual.

En esta época en que la vida de tantas personas está llena de inmensas exigencias, de crecientes presiones y de variadas tentaciones, una clara e inspirada percepción de la Verdad, junto con comprensión, proporciona un fundamento inquebrantable. Esto tiene un valor incomparable. Es una roca de protección. Es una influencia vivificadora y espiritualmente transformadora en nuestra vida. Llega al corazón.

Fácilmente uno puede imaginarse el anhelo espiritual que deben de haber sentido aquellos dos seguidores de Cristo cuando el Salvador resucitado los encontró en el camino a Emaús. Tan vivamente sintieron la tragedia que había ocurrido en Jerusalén y en el Calvario que se les entorpeció la percepción, y no reconocieron a su gran Maestro. Pero la Biblia nos dice que “comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

¡Cuán profundamente conmovedor debe de haber sido para ellos el reconocer la presencia del Cristo! Según lo expresaron: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” Lucas 24:27, 32. La Ciencia divina es la verdad que nos revela la presencia del Cristo sanador con nosotros, el Cristo incorpóreo que nos habla de la Vida eterna y del inmenso amor con que Dios nos ama. Ciertamente, la instrucción en clase nos abre las Escrituras y los escritos de la Sra. Eddy, para que así esta Ciencia pueda revelarnos el Cristo práctico. Puesto que esto es verdad, entonces no es de sorprenderse que los alumnos a menudo sientan que las enseñanzas del Cristo, la Verdad, les han hecho arder sus corazones. La inspiración y la alegría derivadas de un reconocimiento espiritual más elevado permanecen con los alumnos continuamente.

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