¿Qué capacitó a Cristo Jesús para curar por medios espirituales solamente? Un profundo estudio de la Biblia revela que el poder sanador del Maestro procedía de su gran bondad y amor por la humanidad. Era, de hecho, su semejanza a Dios — su expresión inspirada por Dios de las cualidades divinas — ésa era la fuente de su incomparable poder, para hacer el bien y aliviar los sufrimientos de la humanidad.
En los Evangelios encontramos evidencia innegable de la naturaleza pura e impecable de Jesús y de su amor desinteresado; de su consciente unidad con Dios, Espíritu divino, el Padre de todos; y de su independencia de la sensualidad. La Ciencia Cristiana enseña que su fiel reflejo de estas características divinas lo capacitaron para dar, con convicción y credibilidad únicas, testimonio de la eterna presencia de Dios, el bien, y del universo y el hombre perfectos y espirituales. Con esta visión ayudó a otros. Mediante su libertad espiritual e integridad propia del Cristo reconoció la totalidad del Espíritu divino y la nada de todo lo que no derivara de Dios, Amor infinito, y esto le dio el poder para expulsar los males morales de quienes pecaron, para sanar a quienes estaban enfermos y apesadumbrados, para alimentar a los hambrientos, calmar tempestades, e incluso resucitar a los muertos. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Jesús fue el concepto humano más elevado del hombre perfecto. Era inseparable del Cristo, el Mesías — la idea divina de Dios afuera de la carne. Eso capacitó a Jesús para demostrar su dominio sobre la materia”.Ciencia y Salud, pág. 482.
Al dar respuesta a una pregunta hecha por uno de sus discípulos, Cristo Jesús explicó cómo otros podían obtener la autoridad que él tenía sobre la discordia: “Yo soy el camino”, dijo, “y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6. Él sabía que Dios es el creador de todo, y que el hombre es la expresión de Dios, hecho a la imagen divina. Él demostró esto en su vida. También indicó que al seguir su impecable manera de pensar y de vivir — al someterse a la voluntad divina y al manifestar en la vida diaria, como él lo hizo las cualidades del Padre, Vida, Verdad y Amor — otros podían gobernar de la misma manera las condiciones materiales.
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