Uno de los grandes propósitos del cristianismo es guiarnos compasivamente fuera del pecado y de la condenación del pecador. El aceptar el Cristo, y la regeneración que esto incluye, reemplaza la condenación con la confianza en el firme amor y cuidado que Dios tiene para con nosotros, Sus ideas espirituales. Un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana manifiesta este tierno propósito:
Perverso y necio, me extravié,
pero encontrarme supo,
y tierno, sobre Su hombro fiel
hasta el redil me trajo. Himnario, N.° 330.
Esta estrofa evoca la parábola de la oveja perdida, descrita por Cristo Jesús. Una oveja se descarrió del rebaño hasta que se perdió. El pastor dejó las otras noventa y nueve ovejas y fue tras la que se perdió, y no se detuvo hasta que la encontró y la devolvió al rebaño. Ver Lucas 15:1–7.
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