¿Es importante ser honrado? Muchas personas por cierto no dudarían en responder afirmativamente, tal vez citando los efectos destructores de la falta de honradez en la fibra moral de la sociedad y en nuestro respeto propio.
Sin embargo, la honradez es más importante que eso. Es absolutamente indispensable. Para entender la naturaleza de la realidad y demostrar que la verdadera posición del hombre es la de la imagen de Dios, la honradez debe impregnar cada aspecto de nuestra experiencia; debe ser un ingrediente esencial en todos los detalles de nuestros asuntos humanos. Cuando es forjada por el sentido espiritual, la honradez constituye un poder que nos permite romper con la esclavitud del pecado y la falsedad para poder reconocer más claramente en nuestra vida la inmediata presencia salvadora y la ley de la Verdad divina que gobierna.
El desarrollo de una fidelidad a la Verdad de tono profundo produce a hombres y mujeres honrados que están calificados para conocer el reino de Dios. En realidad, no hay salvación sin honradez. La Primera Epístola a Timoteo habla de la necesidad de orar por la humanidad, incluso por nuestros políticos gobernantes, “para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. Y el autor continúa su exhortación declarando: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. Ver 1 Tim. 2:1–4.
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