La Biblia abunda en relatos de mensajes enviados por Dios al hombre. Desde la primera exposición sobre la creación en el Génesis hasta el último mandamiento imperativo en el Apocalipsis, Dios habla para que todos puedan oír. Seguramente, entonces, nuestro primer interés debiera ser examinar la calidad de nuestro escuchar.
El escuchar es una joya de muchas facetas. ¿Oímos? ¿Comprendemos? ¿Asociamos el escuchar con la actividad de pensamiento? Una de las oportunidades más importantes para escuchar es cuando estudiamos la Lección-Sermón, en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Cuando cerramos la puerta a las sugestiones de carencia y discordancia, estamos listos para oír la respuesta de Dios, perfecta y siempre presente, que responde a nuestras necesidades. Isaías, en forma elocuente, dice: “Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”. Isa. 30:21.
El escuchar con tal inspiración nos capacita para apreciar más profundamente las selecciones de la Biblia y del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, que esas Lecciones Bíblicas contienen.
Y ¡qué sermones tenemos el privilegio de “oír” cuando estudiamos la Lección-Sermón cada día! Este singular programa de estudio nos brinda una clara interpretación de cada uno de los veintiséis temas. Miles de testimonios en el transcurso de los años verifican la orientación personal y las curaciones que han resultado de este estudio.
Durante mis años universitarios, cuando aún yo era una nueva estudiante de la Ciencia Cristiana, un grupo de condiscípulos y yo nos reuníamos, por lo general, durante el almuerzo. En una ocasión, nuestras conversaciones eran sobre un curso de filosofía, que la mayoría del grupo estaba dando, en el que se examinaban las principales religiones del mundo. Yo estaba impresionada con la gran diferencia entre el cristianismo, que exige una activa y continua participación, y algunas otras religiones cuyo énfasis principal es la meditación, es decir, una especie de ensimismamiento. El mandamiento de que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, Ver Mateo 19:19. exhortado por Cristo Jesús, implica que busquemos una clara percepción de nuestra propia unidad con Dios, y completemos el proceso incluyendo a toda la humanidad.
Siempre que las conversaciones eran sobre la iglesia de nuestra preferencia, un joven empezaba a criticar bastante la Ciencia Cristiana por la forma que tenemos de estudiar diariamente la Lección-Sermón, que se lee en los servicios religiosos de los domingos. Me retaba para que yo justificara lo que él consideraba un exceso de repetición.
Al principio, yo no tenía una respuesta adecuada para rebatir sus argumentos. Entonces, un día, cuando estaba estudiando la lección, obtuve una mayor percepción de su propósito. Sin el estudio diario de la lección, las riquezas de comprensión que ésta ofrece no se pudieran cosechar. Cada día nos obliga a comprender más ampliamente las verdades que encontramos en ella, y a aplicarlas. La continua, nueva y progresiva inspiración que recibimos a medida que estudiamos, hace de la lección una diaria aventura de crecimiento espiritual. En Ciencia y Salud leemos: “El Espíritu, Dios, se oye cuando los sentidos guardan silencio”.Ciencia y Salud, pág. 89.
Otro factor de importante valor en el esquema de nuestros servicios religiosos es la oportunidad continua que tenemos de participar. Nuestro estudio diario apoya y promueve la misión sanadora de nuestra iglesia como nada más puede hacerlo. El verdadero reconocimiento de la constante efusión de las bendiciones de Dios, nos ayuda a todos a sobreponer la apatía y cualquier otra cosa que nos quisiera impedir el dar un testimonio durante las reuniones vespertinas de los miércoles. En este caso también, las oraciones de la congregación contribuyen poderosamente a la atmósfera sanadora.
Pero ¿qué decir del culto dominical? Si este culto religioso fuera nada más que la lectura de palabras que fervorosos estudiantes de la Ciencia Cristiana ya saben de memoria, tal vez la crítica estuviera justificada. Pero ¿es esto así? En las iglesias donde un ministro predica, se piensa mucho en la calidad de los sermones. Muchas veces un orador con buenas dotes atrae a personas que encuentran gran satisfacción en oír sus perceptivas presentaciones. Los miembros de la Iglesia de Cristo, Científico, también se sienten bendecidos de tener Lectores muy inspirados.
Una de las más ricas bendiciones de los servicios religiosos de la Ciencia Cristiana, es, sin embargo, el inspirado escuchar de la congregación. En esto se concentra el tremendo poder de la curación cristiana. A medida que cada oyente escucha las selecciones que ha leído, meditado y usado durante la semana, su consagrado pensamiento da impulso al bálsamo sanador que brota de esas palabras. El libro de texto de la Ciencia Cristiana enseña: “La Verdad infinita de la curación por el Cristo ha venido a esta época por medio de ‘una voz callada y suave’, por medio de silencioso lenguaje y de unción divina, que vivifican y aumentan los efectos beneficiosos del cristianismo”.Ibid., pág. 367.
Dentro del marco de los cultos religiosos de la iglesia, nuestra comprensión individual encuentra unidad con la de otros miembros de nuestra congregación. Esta unidad magnifica el poder del tema de cada Lección-Sermón, trayendo un desbordamiento de bendiciones a cada uno de nosotros, a la congregación y al mundo.
