Este incesante desplegar
del manto de la Verdad,
este tejido eterno
sin costura, sin sutura,
imposible de dañar,
¿qué es, sino la vestidura indivisa del Cristo?
Uno de sus pliegues intento tocar,
trato de alguna parte alcanzar
de esta hermosura de totalidad,
esta expresada divinidad
aquí mismo, en este lugar.
Y en Cristo comienzo a encontrar
lo opuesto a la mentira de la mortalidad.