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La gracia: calma en medio de la tormenta

Del número de febrero de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La gracia tiene su fuente en la Mente deífica. Incluye misericordia, virtud, armonía y serena sencillez, las cuales se obtienen a medida que aprendemos a anclar nuestro pensamiento en la divinidad. Quien expresa gracia puede caminar a través de una tormenta de resentimiento y confusión y aún estar en paz. Frente al mal, la gracia silenciosamente declara el bien y se mantiene tranquila y sin temor. La gracia del cristiano lo protege contra la amargura y el desaliento. La gracia viene a medida que se esfuerza por vivir en obediencia a Dios. La gracia se desarrolla en su vida a medida que adopta esta cualidad.

Diferentes personas recurren a fuentes diferentes para sostener su fortaleza cuando se ven ante pruebas severas. Unas se mantienen firmes en el respeto de sí mismas, de su experiencia y logros. Otras vivifican su tímido corazón siguiendo cuidadosamente las opiniones de sus compañeros. Algunas recurren a un trabajo artístico: una pintura, un poema o una pieza musical. Todas estas fuentes pueden proporcionar cierto grado de consuelo. No obstante, quien tiene comprensión espiritual, hace más que recuperar un corazón valiente; sus oraciones pueden traer curación a su vida. Siente su verdadera e inseparable relación con Dios, Amor divino, y es bendecido por este conocimiento.

En toda circunstancia tenemos que alejar sabiamente nuestro pensamiento de pronósticos negativos hacia conceptos más elevados. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos muestra el camino. Esta Ciencia no es simplemente una manera de pensar positiva. Si bien una manera de pensar positiva es mucho mejor que una manera de pensar negativa, mejor aún es la oración cristiana precisa que trasciende el alegre anuncio: “¡Todo va a salir bien!” Tal oración científica va directamente a los hechos del ser verdadero, a la Verdad, Dios. “La gracia y la Verdad son mucho más potentes que cualquier otro medio y método”,Ciencia y Salud, pág. 67. escribe la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.

Mediante la oración científica, o tratamiento por medio de la Ciencia Cristiana, silenciamos las falsas pretensiones del mal. La Biblia nos asegura: ”... vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”. Isa. 59:19. Cuando sugestiones malas inundan la consciencia humana, la ley espiritual de Dios levanta una bandera en el pensamiento, una insignia de autoridad suprema del bien divino. Cada día podemos demostrar lealtad a esta bandera. Al incrementar nuestro valor moral, adquirimos un sentido mayor de fortaleza espiritual y de dominio, expresando gracia en todo momento.

Examinemos cómo la defensa de esta gracia dada por Dios derrota al adversario, al único mal, definido por la Ciencia Cristiana como magnetismo animal. Nuestro deseo de discernir la verdad nos enseña a reconocer al enemigo como la seducción hipnótica pero impersonal del magnetismo animal, en vez de identificar al mal con personas, como somos inducidos a hacerlo con tanta frecuencia. Cristo Jesús llamó a esta supuesta influencia “mentiroso, y padre de mentira”. Juan 8:44. La Sra. Eddy explica cabalmente la naturaleza del mentiroso en sus escritos. Nos dice: “Todo lo que simule poder y Verdad en la materia, lo hace como una mentira que se declara a sí misma, para que la fe de los mortales en la materia tenga el efecto de poder; mas cuando se descubre que la fabricación total es mentira, todo su supuesto poder y prestigio desaparece”.Escritos Misceláneos, pág. 334.

Podemos defender nuestro derecho de libertad mental. En la Ciencia, el hombre es el hijo amado del Pade-Madre, Principio, bajo cuyas leyes inmutables de misericordia, justicia y rectitud está por siempre sostenido. Esta verdad es divina y es la ley del ser verdadero de todos. Jamás cambia, a pesar de lo que vean los sentidos materiales. Nuestro crecimiento en gracia nos capacitará para percibir la presencia benévola de la Verdad. Si las predicciones erróneas del sentido finito nos atemorizan, no sólo tenemos el derecho sino el deber imperativo de negarles un lugar en nuestro pensamiento. Siempre es nuestra prerrogativa refutar una mentira acerca de nuestro ser verdadero como el hombre de Dios.

Nos liberamos de la incertidumbre y de la casualidad a medida que recurrimos a la Mente inmortal e infalible para que nos guíe y esclarezca nuestro pensamiento. Vigilamos y oramos para corregir el pensamiento humano — para expresar una evidencia más pura de la Mente — no para reconstruir o mejorar lo que Dios ya ha creado. La oración revela la verdad del hombre y del universo, mostrando que esta verdad es lo que ya está presente: que es invariable y eternamente bueno. La oración elimina los conceptos erróneos revelando así lo que siempre ha existido: la perfección de Dios y el hombre.

Por supuesto, todos debemos estar más alerta con los intrusos mentales que quisieran robarnos nuestra gracia. Muchos de nosotros nos sentimos tentados con alguna clase de combate mental: el deseo de dormir cuando queremos estar despiertos; alimentar falsos apetitos cuando quisiéramos ser abstemios; criticar cuando quisiéramos amar con pureza; comprar cosas que realmente no necesitamos, o apresurarnos inmoderadamente cuando quisiéramos mantener nuestra serenidad. Estos ladrones quisieran robarnos nuestra habilidad de pensar y actuar de acuerdo con el Principio, y si los ignoramos y no los rechazamos, nos causan problemas.

¿Nos parece a veces que la parálisis mental apaga nuestra alegría e inspiración? En tal caso, podemos afirmar vigorosamente la vivacidad del discernimiento y exactitud de la Verdad y nuestra habilidad para reflejarla. Debemos perseverar firmemente en nuestros esfuerzos para darnos cuenta de la presencia de la Mente pura y de nuestro derecho de expresarla.

El paso acelerado de los medios de comunicación y transporte ha incrementado las exigencias de tiempo, espacio y pensamiento en grado sorprendente. Pero el progreso sólo en el conocimiento humano, no es suficiente como para permitirnos abandonar el punto de vista material acerca de nosotros y de nuestro mundo, porque mucha de esta información está basada en la creencia de que la materia es real. Se necesita más que el apoyo o voluntad humanos para mantener nuestra diaria manera de pensar en línea con la realidad divina. A medida que el pensamiento se eleva espiritualmente, la gracia ocupa el lugar del optimismo basado sólo sobre adelantos humanos, que pueden ser permanentes o no.

Al abandonar los obsoletos enfoques de la vida basados en la materia, empezamos a comprender que, en realidad, nuestros esfuerzos no crean ni un ambiente graciable ni una actitud graciable. En vez, esos esfuerzos ayudan a esclarecer nuestro pensamiento y nos capacitan para percibir la presencia de Dios en nuestra vida. Mediante tales discernimientos empezamos a ver la falacia del punto de vista mortal de la vida y con gusto empezamos nuestro camino hacia la regeneración y perfección de nuestra manera de vivir.


Jehová en las alturas es más poderoso
que el estruendo de las muchas aguas,
más que las recias ondas del mar.

Salmo 93:4

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