El entusiasmo de un nuevo empleo, o la satisfacción del continuo progreso en un empleo de años, es lo que la mayoría de la gente desea. Un empleo productivo y útil es una realidad para muchos; se sienten felizmente colocados y correctamente motivados.
Sin embargo, para un gran porcentaje de la fuerza laboral en muchas partes del mundo, el desempleo es una triste realidad, a menudo acentuada por rechazos basados en factores tales como edad, educación o conocimientos.
El hombre, como se comprende en la Ciencia Cristiana, no es un mortal que puede tanto triunfar por su propio esfuerzo como ser propenso al fracaso. Por tanto, no es una víctima de las estadísticas económicas. El hombre es la imagen de Dios, y su propósito verdadero es el de expresar las cualidades de Dios, del Principio, Alma, Verdad, Amor, Espíritu, Mente y Vida. La Biblia revela que Dios es el único creador omnipotente: “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos”. Salmo 100:3.
El hombre es la expresión espontánea de la Verdad; cuando comprendemos esto demostramos honradez, exactitud y puntualidad en nuestra vida. Su manifestación del Alma nos permite reclamar individualidad, discernimiento, habilidad artística y gracia. Podemos reclamar estas cualidades espirituales y morales y muchas, muchas más, tanto para nosotros como para los demás. Manifestar las cualidades de Dios es algo natural; es la operación de la obra de Dios demostrando que Su obra está establecida. Podemos orar: “Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos. Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; sí, la obra de nuestras manos confirma”. Salmo 90:16, 17.
Puesto que todas las cualidades de la Vida, Dios, son buenas y le pertenecen al hombre individual, el hombre jamás puede existir fuera del reino de la Mente o dejar de expresar y emplear las cualidades de Dios. La creación de la Mente está intacta, jamás ha sido fragmentada o mal ubicada. Somos uno con el Padre. Nuestra dignidad como individuos proviene de lo que manifestamos como la expresión de la Vida, la Mente.
Mucha gente ha oído en una u otra oportunidad: “Bueno, si usted tuviera más experiencia”, o bien, “usted realmente tiene muchas posibilidades y muy buenos conocimientos, pero francamente éstos exceden nuestras necesidades”. Ambas respuestas son desalentadoras, y es menester que rechacemos de inmediato el enojo o la depresión que sintamos, de manera que estemos preparados para el empleo al cual realmente pertenecemos.
Saquemos la situación fuera del reino humano y pongámosla sobre una base espiritual. ¿Puede el hombre realmente tener menos o más conocimientos de los que se requieren para expresar las cualidades de la Vida, el Espíritu?
La humildad es la clave para un buen empleo. Esta cualidad no es una actitud de servilismo; es un deseo absoluto de hacer la voluntad de Dios y de amar más. La verdadera humildad no participa de la intensidad de la voluntad humana respecto a una determinada situación. Humildad es decirle a Dios: “Dios, aquí me tienes; úsame para el mejor de Tus propósitos, donde pueda bendecir a la humanidad con los talentos que Tú me has dado”.
La conducta agresiva o animalidad, contraria a ciertas opiniones populares o a la publicidad engañosa, no es una actitud en la que podamos confiar para conseguir un empleo mejor o para que nuestro empleador reconozca nuestro mérito. La serena convicción que poseemos de nuestra dignidad propia como idea de Dios nos impulsa a hablar con sinceridad, pero con prudencia.
Hay una ley divina del bien que une al trabajador con el trabajo. Esta ley del bien es más poderosa que cualquier cifra estadística negativa o limitada. Esta misma ley puede reunir al comprador con el vendedor, al que se ocupa de la publicidad con el consumidor, al profesor con el alumno, para beneficio mutuo. Opera en oficinas, negocios y entre las naciones.
Si bien Dios nada sabe acerca de reglamentos en oficinas, títulos educativos, publicidad o promoción de ventas, Él sabe que el hombre es inteligente, activo y resuelto. Estas cualidades tienen realción directa con la escena humana de los negocios; al expresarlas, elevamos el cuadro laboral o comercial a un nivel más alto de desarrollo y a una perspectiva más equilibrada de justicia y economía.
En la totalidad, poder y presencia de Dios no hay mortales; no hay personas inútiles, innecesarias o envejecidas. No hay una etapa de jubilación en la cual dejemos de expresar las cualidades del Espíritu. Al afirmar que el reino de Dios está en nuestra consciencia y al responder a la ley de la armonía y de la utilidad, podemos progresar a un nivel más elevado de empleo: el de traer cierto grado de curación a la humanidad, en lo que sea que decidamos hacer en nuestra madurez.
La Sra. Eddy se adelanta a nuestra época en sus declaraciones acerca de la edad y de las posibilidades del ser eterno. En Ciencia y Salud ella escribe: “Jamás registréis edades. Los datos cronológicos no son parte de la vasta eternidad. Los horarios de nacimiento y defunción son otras tantas conspiraciones contra hombres y mujeres. Si no fuera por el error de medir y limitar todo lo que es bueno y bello, el hombre gozaría de más de setenta años y aún mantendría su vigor, su lozanía y su promesa”.Ciencia y Salud, pág. 246.
Tenemos, literalmente, que despojarnos “del viejo hombre con sus hechos”, diariamente y en forma sistemática. La mortalidad — el sentido oscurecido que dice que el hombre es una persona mortal, limitada, y motivada por el cerebro — debe cambiarse por la consciencia del hombre espiritual “el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. Col. 3:9, 10.
Lo que sigue es de gran ayuda para quienes buscan empleo: “No hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”. Col. 3:11. El aceptar este reconocimiento acerca de la hermandad del hombre pondría fin a la discriminación en el trabajo.
No debemos permitir que la timidez o el temor nos impidan buscar y encontrar lo que es legítimamente nuestro, es decir estar empleados en el sentido mas productivo para ayudar a nuestro prójimo. El temor no tiene poder, sustancia o mente en la totalidad de Dios. Dios es nuestro apoyo; Él está a nuestra diestra y con nosotros dondequiera que vayamos.
Si la Mente divina es la única Mente que existe, entonces esta Mente lo sabe todo y lo expresa todo.
Ciencia y Salud claramente afirma: “El Espíritu diversifica, clasifica e individualiza todos los pensamientos, los cuales son tan eternos como la Mente que los concibe; pero la inteligencia, existencia y continuidad de toda individualidad permanecen en Dios, que es su Principio divinamente creador”.Ciencia y Salud, pág. 513.
De manera que, si nos vemos rechazados, o tenemos el presentimiento desalentador de que vamos a ser rechazados, invirtámoslo. Trate de hacer que la entrevista de empleo sea una bendición espiritual para todos. Eleve el cuadro general a una norma de perfección divina, a imagen y semejanza de la Mente. Neguemos las falsas limitaciones en nosotros y en los demás y elevémonos más alto en el sentido de las oportunidades infinitas de la Mente. Tengamos valor cuando parezca que nadie puede pensar o actuar correctamente. Dios nos ama, nos acepta, nos cuida. La Biblia dice: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. 1 Cor. 2:9.
Nunca estamos fuera del alcance del Amor infinito. Esto incluye aquellos que creen que tienen el poder de aislar al hombre o clasificarlo como “desocupado crónico”. Nadie puede separar al hombre de su Hacedor. Nadie puede separar al hombre de su ocupación como imagen de Dios. Esto tiene ramificaciones prácticas; cuando la verdad es comprendida, el trabajo humano se manifiesta. Ninguna decepción, ningún abuso o engaño pueden tocar a la expresión del Amor.
El reino de Cristo, junto con la salvación y la curación para todos, viene por medio de la espiritualidad y el amor genuinos. La falsa modestia y la autodegradación impelidas por el temor disminuyen el potencial espiritual. Éstas son egotismo invertido y no son parte del hombre de Dios. Nuestra dignidad real es ilimitada y sin trabas.
Tenemos que extender las fronteras de nuestro pensamiento más allá de lo que es mezquino y exclusivista. El potencial ilimitado como expresión infinita de la Mente manifiesta oportunidades ilimitadas. A medida que desarraiguemos sistemáticamente de nuestra consciencia, respecto a nosotros o a los demás, el carácter erróneo, el medio ambiente erróneo, o las crueles limitaciones raciales y genéticas, este proceso destruirá su aparente efecto en nuestras vidas.
Dios siempre acepta y ama a los Suyos. ¡Nosotros somos Suyos!