Dios amado, si tempestades aparento enfrentar,
yo sé que Tu omnipotente presencia
apresa rebeldes formas,
mantiene imperturbables normas
que habitan en Tu apacible esencia.
Tú vivificas mi entendimiento puro y sereno:
allí no hay oleajes confundiendo,
allí no hay tumultos exigiendo,
sólo del Cristo la perpetua admonición,
“¡Tened ánimo; yo soy!”
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