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¿Cómo debemos pensar acerca de nuestro cuerpo?

Del número de junio de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Por cierto que no debemos pensar que es una vasija frágil y temporaria dentro de la cual aparentemente estamos prisioneros por breve tiempo. La nobleza y libertad del ser verdadero se reflejan en estas palabras de Pablo a los corintios: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo”. 1 Cor. 12:12. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), en una entrevista con un periodista, describió así al Cristo: “Si decimos que el sol representa a Dios, entonces todos sus rayos colectivamente se asemejan al Cristo, y cada uno de los rayos a los hombres y las mujeres”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 344.

Poseemos un solo cuerpo, la identidad espiritual del hombre, que es incorpóreo y existe como expresión individual de Dios. A través de la lente de la Ciencia Cristiana hallamos nuestro ser verdadero; nuestra comprensión avanza y la identidad que individualiza a la idea del Cristo en su esencia, forma, naturaleza y sustancia espirituales, se va percibiendo cada vez con más precisión. Aparecen los elementos constituyentes del ser verdadero, y el sentido humano de la identidad como materia, una imagen imperfecta del pensamiento mortal, responde a la influencia divina.

Aunque para la creencia material no iluminada el sentido corporal del ser como cuerpo puede parecer irrefutable, Cristo, la Verdad, puede iluminar la consciencia humana. De este modo se manifiesta nuestro verdadero ser, hecho a imagen de Dios. La epístola a los hebreos (11:1, 3) nos dice que la fe nos da la certeza de las realidades que no se ven, pudiendo interpretarse que la palabra “fe” en este contexto significa constancia, convicción. Jesús dio prueba del ser espiritual del hombre cuando, en el momento de su ascensión, se elevó por encima del último vestigio de la creencia corporal hasta el cabal entendimiento de su filiación divina. Jesús debe de haber comprendido que su cuerpo verdadero era su individualidad espiritual, porque no quedó en su consciencia vestigio alguno de creencia material que pudiera objetivarse como materia.

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