El capítulo diecinueve en Hechos nos da un relato interesante acerca de los hijos de Esceva. Evidentemente habían quedado impresionados por la obra sanadora de San Pablo y los cristianos y decidieron probar copiando dicha obra. Los resultados que obtuvieron no tenían punto de comparación con los de Pablo. La Biblia nos dice: “Respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”. Hechos 19:15, 16.
Es muy probable que los hijos de Esceva dijeran exactamente lo que habían oído decir a Pablo y a otros cristianos mientras éstos hacían sus curaciones. Pero juzgando por los resultados, esas palabras no bastaban. Estaban repitiendo palabras inspiradas de otros, pero no tenían su propia fidelidad para curar como Cristo Jesús o Pablo. Hasta podríamos decir que sus palabras no eran sinceras porque no surgían de la convicción y cristianismo de esos hombres. The One-Volume Bible Commentary, editado por J. R. Dummelow, dice: “El exorcismo de esos judíos vagabundos era simplemente la expresión de formulas mágicas. Ellos pensaban que las meras palabras ‘en el nombre de Jesús’ producirían el efecto necesario”.The One-Volume Bible Commentary (New York: The Macmillan Co., 1936), pág. 845.
La Ciencia Cristiana enseña que la curación con éxito se logra mediante una convicción sincera y fidelidad a la Verdad. Estas cualidades reflejan el amor de Dios que es “derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. Rom. 5:5. Y siempre es el poder de Dios, y no el poder o las palabras humanas, lo que sana. Una convicción sincera puede, con frecuencia, ser expresada con palabras, pero esa convicción no está en las palabras mismas. Va mucho más profundo que eso. Arraigada en la espiritualización y cristianización que ocurren en nuestra vida, la verdadera convicción es una característica del Cristo sanador. Armados con tal poder, nuestras fieles oraciones sanarán. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy instruye al sanador: “Abogad con sincera convicción de la verdad y con clara percepción del efecto invariable, infalible y seguro de la Ciencia divina. Entonces, si vuestra fidelidad es sólo semiigual a la verdad de vuestro alegato, sanaréis al enfermo”.Ciencia y Salud, pág. 418.
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