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Un hogar para los desamparados

Del número de junio de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Es el poder de Dios para cuidar a Sus hijos inferior a las fuerzas sociales, políticas y económicas? El poder de Dios es supremo y omnipotente; y puede probarse que es eficaz para producir cambios dondequiera que los cambios sean necesarios. En realidad, ni circunstancias individuales ni condiciones mundiales pueden negar — a quienes confían en la Mente divina, Dios, para obtener comprensión y dirección — lo que Dios da al hombre: un hogar permanente, un cielo que le pertenece. Debido a que el hombre es la idea espiritual de Dios, la Mente divina, él es inseparable del cielo de armonía de la Mente.

Quizás algunos crean que el cielo se alcanza sólo después de la muerte. Pero cuando los fariseos preguntaron a Cristo Jesús cuándo habría de venir el reino de Dios, él respondió: “He aquí el reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:21.

Mediante nuestra comprensión espiritual de Dios y el hombre, abrimos la puerta del cielo, el verdadero hogar que tiene el hombre como idea espiritual. Empezamos a demostrar el cielo de Dios, el hogar sobre la tierra. Cuando la comprensión espiritual se pone en práctica en la cristianización del carácter, el hogar celestial inherente a nuestra consciencia verdadera aparece paso a paso en la escena humana, manifestándose en alrededores más armoniosos y residencia apropiada.

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